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Nunca escuchó las advertencias de sus familiares sobre quedarse hasta tarde en el centro de Maracaibo y lo mataron. A Leonardo Aurelio Rojas Zarcos, de 27 años, lo degollaron con un pico de botella cuando caminaba, el pasado sábado a las 11.30 de la noche, por la avenida Libertador. Su familia presume que se resistió al robo.
Al terminar la jornada laboral, el comerciante acostumbraba a subir al segundo piso del centro comercial Plaza Lago, se reunía con sus compañeros en un sport book. “Siempre le decíamos que el centro es peligroso, nunca nos hizo caso”.
El día del asesinato, disfrutaba de la música, las bebidas alcohólicas y las apuestas mientras conversaba con un amigo, ganó, la emoción lo invadió, saltó de su asiento, bajo las escaleras y se paró justo en el frente del establecimiento, detalló la hermana de la víctima.
El joven se dedicó a observar el estacionamiento de Las Pulgas, la avenida y los vehículos que transitaban por la zona; una voz lo hizo despertar de su letargo. Eran unos delincuentes, exigían que les entregará todas sus pertenencias, no accedió, comenzaron a discutir, hasta que uno de ellos sacó una botella de vidrio rota, lo sometió y posteriormente le rebanó el cuello.
Llevó sus manos al pecho, la sangre lo ahogaba, no podía respirar, cayó muerto en el sitio. Al ver cómo se desangraba, los delincuentes le revisaron los bolsillos del pantalón, extrajeron el dinero que había ganado, el celular y la cartera con todos sus documentos y huyeron sin dejar rastro.
A las afueras de la morgue forense, la hermana de la víctima acompañada por su esposo, no tenía consuelo, lloraba sin cesar. Estrujaba las manos, secaba las lágrimas que le corrían por el rostro con un trapo. “Miraba al cielo como buscando una respuesta que nunca llegaría”. Repetía que fue el último gesto de su hermano antes de morir.
Hasta el momento los detectives del Eje de Homicidios manejan el caso como un ajuste de cuentas.