Democracia, Participación y Sufragio

Con el nuevo Estado, la democracia cobra un sentido distinto como proceso político, social y hasta cultural, asume la vieja definición del Gobierno por el pueblo

Venezuela experimentó el nacimiento de un nuevo modelo de Estado en las postrimerías del siglo XX y en el nacimiento del siglo XXI. La transición entre el Estado de Derecho clásico al Estado Social, Democrático de Derecho y de Justicia como lo establece nuestra “carta política”, originó una serie de desencuentros entre los actores políticos que empujaban al nacimiento y otros que se resistían a dejar morir al modelo que sirvió como palanca para el establecimiento de la llamada IV República.

Con el nuevo Estado, la democracia cobra un sentido distinto como proceso político, social y hasta cultural, asume la vieja definición del Gobierno por el pueblo, fundado en la participación libre e igual de todos los ciudadanos con derecho a sufragio en la designación de la mayoría de los magistrados que ocupan los más elevados cargos públicos, asumiendo además que la democracia es la forma de organización social y política que mejor garantiza el respeto, el ejercicio y promoción de los derechos humanos. 

Este cambio de “modelo” fue estimulado por las reiteradas críticas al bipartidismo representativo, fundamentado más por la forma y carácter de la representación que en la representatividad misma, que no fue privativo de Venezuela sino de toda Hispanoamérica y que ha conllevado cambios en el  constitucionalismo contemporáneo, con la introducción de reformas para consagrar en las Constituciones, tanto instrumentos de democracia directa como mecanismos para asegurar la participación ciudadana directa en la conducción de los asuntos públicos, sin la intermediación o mediatización de partidos o de asambleas. En  este esquema es que  se inserta el agregado que se hizo al  artículo 5° de la Constitución venezolana de 1999  que contrasta con la tradición constitucional anterior que reducía el ejercicio de la soberanía al concepto de representación, en el sentido de que la soberanía también la puede ejercer el pueblo directamente en la forma prevista en nuestra Constitución.

De manera que si revisamos las formas de participación activa, material, posible en la Carta Magna, tenemos que el pináculo de la participación en Venezuela lo constituye el sufragio, consistente en un acto mediante el cual el individuo manifiesta su voluntad soberana para gobernarse directamente o para designar los representantes que habrán de hacerlo en su nombre. Es nuestro derecho, es también nuestro deber, desde nuestro corazón hagamos de la democracia, la participación y el sufragio las banderas ondeantes de nuestro sentimiento patrio. 

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