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El Gobierno se mantiene en el poder a pesar de haber dejado de representar los intereses de la gran mayoría de los venezolanos. Los canales institucionales parecen haberse cerrado, por lo que se ha presentado el llamado diálogo como la salida a la crisis social, política, y económica que lleva al país por un barranco. Frente a esta situación es importante analizar la opción de este mecanismo de construcción de una salida, más allá de posiciones subjetivas que tienden a ver las situaciones en blanco y negro, sin los matices propios de las complejidades del Poder.
Lo primero que hay que decir es que recurrir al diálogo es una manera de reconocer que se está frente a un Gobierno no democrático. En esta línea vale decir que usar el término “no democrático” no es un eufemismo, se está señalando lo que el Gobierno no es, sin embargo caracterizarlo con algún nombre (autoritarismo, dictadura, etc.) sería entrar en análisis conceptuales que no vienen al caso.
Lo segundo que debe plantearse es que ninguna de las partes quiere sentarse con la otra, es por ello que, como planteó alguien, tal vez sería más acertado hablar de “negociación”. Es por ello que cada sector trata de avanzar en su línea lo más que pueda en función de la fuerza circunstancial de un momento determinado, para luego esperar el contragolpe y aguantar.
A partir de lo anterior es posible comprender que el diálogo es una estrategia utilizada por algunos grupos que pujan por el poder para ganar terreno en sus objetivos. En el caso del Gobierno se trata de permanecer en el poder, en el caso de los grupos que quieren acceder al poder ven en este mecanismo una manera gradual de ir ganando espacios, pues asumen que en un escenario distinto sus opciones serían más limitadas (o menos predecibles). En el otro extremo están los que se oponen al diálogo, pues en esa línea sus opciones se debilitan.
¿A quién conviene el Diálogo? Particularmente a los que ven en la vía electoral un mecanismo de acceder al poder. En el otro lado, a quienes no les conviene son aquellos que perciben que a través de elecciones no tendrán oportunidad de acceder al poder. La tragedia en Venezuela es que la realidad ya no tiene tiempo para las luchas por el poder, el hambre toca a la puerta de millones de hogares, mientras deciden si reunirse en el Vaticano o no en un encuentro llamado eufemísticamente Diálogo, cuando en realidad es una estrategia más que los grupos en pugna utilizan a su favor (o al menos eso intentan).