Gregoria
Será la fiesta de los 15 años de Anaís Carolina, una jovencita a quien su madre wayuu desea por encima de todo celebrarlo. Nos encontramos en el lugar de la conversación que Gregoria, la madre, sostiene con Edinson, amigo de su casa, a quien le pregunta: “Mirá, ¿ya me tenéis listo el equipo de sonido para la fiesta de Anaís?”, quien se encuentra a su lado, y éste le responde: “Sí, ya te lo tengo, y te voy a llevar el micrófono para el que quiera cantar”. La respuesta fue inmediata, “no no no, no lo llevéis, porque si lo agarra José no parará de hablar toda la noche, llévame sólo el equipo”.
“Ve que ya llevo gastado más de 100 mil, nadie me ha ayudado; voy a comprar dos botellas de champaña para el brindis, la bebida de los hombres la llevarán ellos, y a las mujeres les voy a preparar un coctel, que se los serviré en la mesa en unas 12 botellas adornadas. La comida la haremos con la contribución de todos; habrán muchos pasapalos, pero mirá Edinson, no me dejéis de llevar los discos de los Máster’s, vos sabéis eso es lo mejor pa’ bailar; a mi hija le hago su fiesta de los 15 años porque ella se lo merece, me saca puros 20 en el liceo ¿qué creéis vos, no se la voy a hacer?”.Edinson pregunta, “Gregoria, ¿dónde van a bailar?” “Bueno, vos sabéis, ya me echaron el piso en el patio y quedó muy bien, y ahorita voy a Las Pulgas a un bodegón que me dijeron que ahí puedo comprar una champaña que es buena y barata que se llama Alexánder, y que es la que toman los ricos en sus grandes fiestas”. “Mirá, ¿vos sabéis que el fotógrafo me está cobrando tres mil bolívares por cada foto? Le voy a decir que me haga 10”.
Es tiempo de crisis extrema, y Gregoria hace malabarismos para que todo le salga bien. Otras fiestas y boatos veremos en medio de un gran derroche, que muestra la existencia de una profunda diferencia social y económica, que ha impulsado el crecimiento de más venezolanos pobres y consolidados a los poseedores de grandes fortunas, unas de buena procedencia y otras señaladas por carecer de esa cualidad, que explican los caprichos y regalos pagados en dólares por personajes de la política de la cuarta, en escenarios propios para el desfile de egolatrías endémicas conocidas. De todos modos Gregoria verá a su hija bailar con su padre el vals de los 15 años, y disfrutará de las guarachas de los Másters en el patio encementado de su humilde vivienda, rodeada de su familia y vecinos. Así es la vida.