Venezuela
Ahora que hemos conocido la respuesta del Gobierno chino de negarle a Venezuela un plazo de dos años para amortizar la inmensa deuda que de manera irresponsable contrajo nuestro país con el gigante asiático, es buena la oportunidad para formular algunos comentarios sobre el tema.
En primer lugar confieso que me siento avergonzado como venezolano, que un país petrolero, el cuarto o quinto productor mundial de crudo, con los ingresos más descomunales obtenidos en los últimos 10 años solamente por concepto del aumento en los precios del barril petrolero, y asentado sobre unas reservas gigantescas que son consideradas las más elevadas de todo el mundo, ande por las calles del orbe como un pordiosero, con un sombrero en la mano a ver quién le echa algo para superar la dramática situación económica que la ceguera y la incapacidad de unos presuntos líderes denominados revolucionarios que han llevado a estos términos a la nación.
Por allí andan nuevamente en las redes sociales unos videos que recogen momentos cuando el difunto Chávez, el del presunto legado, el iniciado de esta tragedia, anunciaba a los nicaragüenses, acompañado del chulo de Venezuela, Daniel Ortega, un regalo de 150 mil barriles diarios de petróleo unido a otra dádiva de construirles una refinería con nuestro dinero, para que convirtieran parte de ese crudo en gasolina y el resto que no usaran, lo vendieran en el mercado internacional. Hay otro, en el cual con la mayor irresponsabilidad y en medio de la demencia que lo caracterizaba, desafiaba a que los precios del petróleo los bajaran a cero que ni aun así en Venezuela no nos picaría ni coquito, no tendríamos jamás problemas.
Esas actuaciones irresponsables están en la memoria y saltan al ruedo en estos momentos cuando a causa del despilfarro y del robo en pandilla de los dólares del petróleo, Venezuela no haya qué hacer para cumplir con una irresponsable deuda que según algunos cálculos sobrepasa los 250 mil millones de dólares y por la cual este año debe cancelar en servicio de la misma, o intereses, un poco más de 10 mil millones de dólares.
Los chinos de cuya amistad hacía alarde el Quijote de Sabaneta de Barinas, se han negado a extender los plazos para cancelarles la deuda que según cómputos conservadores, alcanza a los 45 mil millones de dólares de un negocio llamado Fondo Chino Venezolano, del cual no queda nada porque todo se lo “mamaron” y lo único existente es el compromiso de pagar ese bono. El Fondo Chino, como todo en este país, fue desfondado por la revolución.