El diálogo antes del diálogo

Más de un 70 por ciento de venezolanos cree que Maduro debe salir cuanto antes del poder, para evitar el colapso definitivo de la nación

La MUD ha dado por concluido el diálogo político con el Gobierno de Nicolás Maduro. Y no podía esperarse otra cosa. Entre octubre y diciembre el régimen ganó un tiempo precioso, junto a la desactivación de la presión opositora, y en verdad no entregó nada a cambio.

Si bien fracasó este diálogo concreto entre  Gobierno y MUD, para los fines democráticos, no veo otra opción que salidas pactadas en Venezuela. Un diálogo en el seno de la MUD debe abordar en primer lugar un reconocimiento del error estratégico que se cometió meses atrás. El sentarse con el Gobierno no fue un error, el error, -y alguien debe asumir la responsabilidad de ello-, fue dejar sin efecto y sin una explicación al país democrático del por qué se suspendieron los otros frentes de lucha que en septiembre estaban planteados: protestas masivas en la calle, declaración de la ruptura del hilo constitucional, presión internacional especialmente a través de la OEA.

Un segundo aspecto central que debe comunicar la MUD al país es una hoja de ruta para la lucha democrática en este 2017. Más de un 70 por ciento de venezolanos cree que Maduro debe salir cuanto antes del poder, para evitar el colapso definitivo de la nación. Un 90 por ciento cree que Maduro es incapaz de resolver la crisis que generó el modelo chavista. La pregunta central, sin embargo, es esta: ¿Tiene capacidad la MUD para canalizar el descontento y llevar a Venezuela a un escenario de cambio político por vías democráticas?

Debo confesar que no soy muy optimista. No se ha generado en estas primeras semanas del año, como era deseable, un espacio de diálogo intra-MUD, para abordar tantos objetivos estratégicos como acciones tácticas. ¿Cómo debe reinventarse la MUD? “Chúo” Torrealba ha dado señales en esa dirección, pero siendo francos no hemos visto hasta ahora las convocatorias a discusiones desde el seno de la MUD ni con gremios y sociedad civil, ni siquiera entre los propios dirigentes que exhiben en público sus desavenencias. Lo que sí parece indispensable es que ocurra el diálogo en el seno de la MUD. 

En estos días, en los que tanto se ha exaltado la lucha democrática que desembocó en el 23 de enero de 1958, debe recordarse la forma consensuada que privó en la etapa final. Pero tampoco puede obviarse que ello tuvo lugar solo después de varios años de dictadura y represión, entonces los dirigentes y referentes políticos de aquella época entendieron la necesidad de actuar conjuntamente. Ojalá los dirigentes del aquí y el ahora tengan capacidad de verse en el espejo de aquellos años.

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