El Lobo y la Caperucita Roja

El Lobo de hoy, como les sucedió a sus antecesores, tampoco sabe qué camino recomendar a Caperucita Roja, en el bosque intrincado de nuestra economía

Nunca en nuestra historia, habíamos experimentado una incertidumbre económica mayor que la del presente. Desde 1940, en que el BCV comenzó a publicar cifras económicas, jamás habíamos tenido resultados tan negativos como los actuales. Para no irnos tan lejos, los últimos tres años pueden catalogarse como un “trienio perdido”. La economía perdió más de 20 por ciento en la producción de bienes y servicios reales, registró una inflación acumulada de dos mil 940 por ciento, las reservas internacionales se redujeron 18,8 millardos de dólares y el PIB por habitante disminuyó 24 por ciento. La producción de petróleo tuvo una disminución cercana al 15 por ciento, de 360 mil barriles diarios.

En 2016, el PIB decreció entre 12 y 14 por ciento, mientras cifras preliminares del propio BCV llegaron a situarlo en 23 por ciento. Tuvimos una inflación récord del 800 por ciento aproximadamente.  Al cerrar el 2016, la pobreza relativa y crítica alcanzó al 80 por ciento de la población. En medio de tal hecatombe, el Gobierno designa a un nuevo ministro de Economía y Finanzas, con carácter de vicepresidente económico, con muy poca experticia: Ramón Lobo. Sus numerosos predecesores venían actuando con una política económica sin resultado alguno, en momentos en que los pronósticos para el año 2017 son aterradores. La Cepal estima que Venezuela será el único país en la región que seguirá en recesión, contrayéndose 4,7 por ciento. El FMI estima un decrecimiento del PIB mayor, de seis por ciento. Hasta el Consejo Nacional de Economía Productiva  cree que seguiremos en recesión. Sin embargo, por ninguna parte se observan medidas que estimulen el crecimiento con viabilidad política. 

Todo sigue igual. Los nuevos responsables del caos solo expresan buenos deseos sin sustento alguno: “Venezuela va a recuperar el sendero del crecimiento” o “ 2017 será el año del despegue económico y financiero”. Tenemos ante nosotros una nueva versión del cuento de los hermanos Grimm. El Lobo de hoy, como les sucedió a sus antecesores, tampoco sabe qué camino recomendar a Caperucita Roja, en el bosque intrincado de nuestra economía, para lograr sus propósitos, pues es simplemente un instrumento más del fracasado socialismo del siglo XXI. Por ello, pronto le saldrá un nuevo “leñador” que acabará con él, de la misma forma que lo hizo con los anteriores, mientras” las abuelitas” se seguirán muriendo sin recibir la cesta de Caperucita, que por ahora, solo podrá llevarle, con mucho retraso, un Carnet de la patria.

Visited 4 times, 1 visit(s) today