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A cuadras de distancia se siente la alegría de la comunidad de Los Olivos producto de la fe y la gracia de mantener intactas sus tradiciones. Trabajar en común con la señora Arelis Villarroel en la construcción de un gran pesebre es la actividad más gratificante y que incluso ha reconciliado a vecinos de la zona.
Veintiún años cumple en esta Navidad el pesebre familiar que nace todos los 15 de octubre en el porche de la familia Villarroel Manzano. Con la ayuda de su esposo, hijos, nietos y amigos se montan las casi seis mil piezas que se han ido recolectando a lo largo de los años y que muchas vienen de Mérida, Coro y otros estados, además de 80 bolsas de papel de panadería y casi 100 juegos de luces.
El tiempo vence cada 4 de septiembre, donde con el tradicional encendido, la señora Arelis en compañía de sus vecinos y familiares, pero sobre todo niños, deja que resplandezca la fe que guarda en su corazón con su amado pesebre que data de su juventud.
Arelis Villarroel de Manzano, licenciada en Nutrición y Dietética, le contó a La Verdad que “esta tradición la traigo desde Cabimas, porque mi abuela hacia un pesebre y yo le ayudaba, ahí comencé con mi tradición, después siendo estudiante en Mérida fui a un congreso y los compañeros me regalaron un pesebre y ahí comencé el mío propio hasta el sol de hoy”.
Un lugar especial
Para Villarroel el pesebre también toma forma de altar, compartió que cuando culmina su construcción siempre guarda un lugar para los seres queridos que ya no están. “Aquí tengo a mi padre, madre y hermano muertos, yo los pongo siempre en mi pesebre, siempre van a tener su lugar”.
La petición que cada año renueva Arelis ante su pesebre adornado con plantas que cuida todo el año y alumbrado con estrellas de espejo, es la unión familiar, así lo comentó su hijo Felipe Manzano quien además compartió el orgullo que siente de ser parte de una familia tan unida en fe y tradición.
Toda una fiesta
“El 6 de enero con las ofrendas, hago un refrigerio y les doy un presente a los niños de la comunidad y otros sectores si nos alcanza. Se hace sancocho y los vecinos traen cosas para hacer un compartir y la Policía también nos cuida, así celebramos nosotros la culminación de la fiesta”.
El 2 de febrero se realiza el último compartir donde se celebra la paradura del niño, actividad donde destacan los fuegos artificiales.
Arelis explica que la razón del pesebre es la tradición. “Uno tiene que tener una tradición, esto es algo con lo que hay que soñar, tú tienes un problema y te pones a ver el pesebre y se te olvida. La finalidad es compartir en familia”.
Ayuda especial
Antonio Parra ha compartido durante todos estos años la tradición de la familia, él es el responsable de relatar a los visitantes las estaciones que tiene el pesebre. “Armar el pesebre es una actividad muy laboriosa pero tiene una gran recompensa”. Las estaciones que relatan los cinco misterios del santísimo rosario y también cuenta la historia de San Francisco de Asís. “Ese señor fue el que se dedicó a hacer un pesebre, él es el creador de esta tradición”.Parra asegura que la gente colabora siempre con la obra, sin embargo recalcó: “Mi colaboración es poner en las manos de Dios esta hermosa obra, por ayudarnos a poner pieza con pieza la esperanza en nuestra comunidad, es el único pesebre que tiene 21 años de tradición gracias a los donativos y a los materiales desechables.
Muchas visitas
Para la familia Villarroel Manzano las visitas que reciben a diario son incalculables, sin embargo, están en el rango de mil a mil 500 visitas durante su exposición al público. Las escuelas de la zona realizan actividades de recreación en la visita al pesebre comunitario, por lo que se calcula que más de 100 niños y niñas van a la obra a diario.