El Zulia está en riesgo por epidemia de sarampión

En los últimos 10 años se recopiló una población en riesgo ante la enfermedad que asciende a un millón 150 mil venezolanos que no fueron vacunados

Cerrar los ojos ante la realidad no la desaparece. El hermetismo epidemiológico que resguarda las cifras reales de casos de sarampión y su repercusión, es un caldo de cultivo para que en pocas semanas se desate en Venezuela una epidemia de grandes magnitudes como la que hubo en 2002.

Con este dato, José Oletta, ex ministro de Salud y miembro de la Red de Sociedades Científicas Médicas Venezolanas, intenta explicar la magnitud de lo que el designa como emergencia compleja, que no es más que una crisis humanitaria sostenida en el tiempo, que se perpetua y genera cinco o seis componentes importantes.

Pobreza, desnutrición, conflicto y violencia, ingobernabilidad y migraciones masivas son los indicadores que desbaratan las escasas políticas sanitarias de los últimos 10 años y que desentierran del silencio epidemiológico a las enfermedades ya erradicadas.

Tras el tesoro

Uno de los indicadores más importantes en este momento es la movilización de grupos familiares desde las principales ciudades del país, hacia Amazonas y Ciudad Guayana, en busca de la prosperidad que promete la minería. Esta búsqueda de nuevas actividades económicas sería una de las principales causas de la diseminación de la enfermedad por todo el territorio nacional. 

En la migración se cuenta no solo a los mineros, sino a sus familias, además de las personas que trabajan en el área de la venta y producción de alimentos (cocineras y cocineros) y de las mujeres que se dedican a la prostitución. Esta situación puede provocar el repunte de casos, además de sarampión, de otras enfermedades como VIH, difteria y malaria, entre otras.

Como pólvora

El caso cero de esta nueva epidemia se registró en la parroquia Unare de Ciudad Guayana, durante la primera semana de julio. De los casos detectados hasta el momento, 38 en total, el 76 % no recibió la inmunización, el 15 % fue vacunado y del 9 % restante no se obtuvo información al respecto.

Esta rápida multiplicación de enfermos se debe a que el sarampión es más contagioso que la influenza, tanto que por cada paciente se pueden contagiar a entre 10 y 18 personas. La transmisión es aérea, por estornudos, con un área de transferencia de hasta cuatro metros, o gotas gruesas de saliva depositadas en toallitas, pañuelos de papel, lencería u otros. Las secreciones tienen un periodo de viabilidad para el contagio de dos o tres horas

La población que fue inmunizado adecuadamente, aun cuando el esquema de vacunación se aplicara a la perfección, tiene un riesgo de contagio del 15 por ciento. Pero quienes no se vacunaron, están totalmente expuestos a la enfermedad.

Falta de vacunas

En los 10 últimos años no se alcanzó la meta de inmunización establecida por la Organización Mundial de la Salud que indica vacunas hasta el 95 % de la población susceptible. Por ejemplo, cita Oletta, si cada año nacen 550 mil niños, la meta sería vacunar 530 mil, el resto adquiere inmunidad por el efecto manada, que significa el desarrollo de anticuerpos a través del virus atenuado que, por efecto de la vacunación masiva, circula en el ambiente.

Pero esta no es la realidad, cada año, durante la última década, quedó un remanente importante de población sin inocular, lo que suma actualmente un millón 150 mil personas en riesgo de contraer la enfermedad.

La mortalidad del sarampión, en medio de una epidemia de grandes proporciones, estaría determinada por los factores que sostiene la emergencia compleja: Pobreza, desnutrición, conflicto y violencia, ingobernabilidad y migraciones masivas, para completar un letal círculo vicioso. 

 

 

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