sábado, enero 18, 2025
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Entonces… ¿en qué quedamos?

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Con estos acuerdos iniciales creemos que el diálogo, a pesar de todo, se ha iniciado con posibilidades de un éxito que en todo caso será compartido

El Gobierno y la oposición han dado la primera muestra de los resultados de un diálogo para el que los radicalismos de ambos sectores aspiran sean para liquidar las posiciones e intereses políticos de uno o del otro, en otras palabras “que haya un derrotado caído en la lona, de la cual no pueda levantarse”. 

Hemos escuchado opiniones altisonantes e insurgentes contra un proceso que el país en su inmensa mayoría desea, las cuales no entendemos. Esas posiciones extremistas de quienes se hacen llamar líderes, cuando el pueblo sabe y conoce que no representan a nadie y a nada, y que gracias a la amplitud de la MUD, les ha otorgado presencia a los fines de que expongan las ideas que pudieran tener para contribuir a la búsqueda de un mejor país, no obstante ello por parte de quienes de verdad pueden hablar en nombre de porciones importantes de ciudadanos, observamos el desquicio de quienes no entienden que solo contribuyen a sembrar desconfianza en la dirigencia opositora. Los acuerdos anunciados, si de verdad se cumplen, serán útiles para el Gobierno y para la oposición. De eso se trata un diálogo.

Con la dejación del estado de desacato de parte de la AN frente al TSJ, esa institución recuperará su función legislativa y contralora, sin tener la preocupación que significa que sus actos sean cazados por un TSJ actuando con criterio y motivaciones meramente políticas, y garantizarse que los criterios que el TSJ quiera expresar sobre la constitucionalidad de un acto legislativo, estén enmarcados en una interpretación correcta de la Constitución. Para la oposición sería beneficioso que bajo un clima de tolerancia y respeto mutuo pueda impulsar su agenda legislativa sin impedimentos, mejorando su imagen y evitando así un deterioro de su desempeño, lo que al final pueda traducirse en pérdida de apoyo popular y rechazo a sus ejecutorías. La sola posibilidad de modificar la correlación de fuerzas e integración en el CNE es fundamental para la oposición, que promoverá la designación de dos nuevos rectores en sustitución de quienes tienen el período vencido. Tendríamos un CNE equilibrado y mejor garante de imparcialidad electoral. 

La búsqueda de mecanismos para superar la crisis económica y alimentaria por parte de la oposición no la compromete de la misma forma en que lo está el Gobierno de reducir el desabastecimiento de alimentos y medicinas. Con estos acuerdos iniciales creemos que el diálogo, a pesar de todo, se ha iniciado con posibilidades de un éxito que en todo caso será compartido.

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