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El soberano tomó la decisión de lograr un cambio sustantivo en lo político, en lo económico, en lo social y en lo ético. Esta necesidad de cambio no es cualquier cosa; significa, adecentar las instituciones del Estado, despartidizarlas, desideologizarlas y ponerlas en sintonía con la realidad de un país que aspira avanzar, progresar y ser del primer mundo. La experiencia vivida con el CNE en estos 16 años del régimen en el poder no debe repetirse nunca más; Se jactan los comunistas en el poder en afirmar que: “Venezuela tiene el sistema electoral más confiable del mundo”, pero la verdad es que a la hora de dar los resultados es el peor del mundo, porque mientras en otros países del continente se emiten los resultados una o dos horas del cierre de las mesas, aquí se emiten boletines entre 10 y 12 horas después del cierre. Este CNE que dirigen cuatro activistas del PSUV debe desaparecer del contexto electoral venezolano; este poder del Estado no puede depender en su funcionamiento de las órdenes recibidas del poder Ejecutivo, por lo tanto, sus integrantes deben elegirse tal cual como establece la Constitución nacional, para que alcance su plenitud funcional con independencia y autonomía ejecutiva.
El poder que a través de los votos recibe la MUD debe interpretarse como una fundamentación necesaria de la defensa de la democracia, de las libertades ciudadanas y la esencia de su “filosofía de acción”, que sin duda está arropada en lo axiológico. La MUD es responsable ante el pueblo de lo que de aquí en adelante ocurra en el país, no solo en el ámbito legislativo sino, por la obligación de adecentamiento de las políticas públicas, teniendo una supervisión, como fortaleza institucional, de lo que haga o deje de hacer el régimen.
La AN tiene potestades constitucionales que tienden a dinamizar la vida política, económica, social, cultural, ética; ahora bien, con la mayoría alcanzada no hay excusas para transformar el Estado. El CNE hay que cambiarlo, pero también debe ocurrir lo mismo con los otros poderes. Esperamos que Dios le dé mucha sabiduría a quienes hoy recibieron del soberano la responsabilidad de conducir en una buena causa el Poder Legislativo y éste sirva para recuperar la esperanza por un cambio.