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Yoleida Fernández llegó a Maracaibo a las 4.00 de la madrugada de Nueva Lucha, Mara. Perseguía la venta de pañales a precio regulado en Abasto Bicentenario de 5 de Julio. Se plantó en el establecimiento para lograr un paquete, un litro de aceite y arroz. Se atrevió a estar de pie siete horas a riesgo de un desmayo por sus nueve meses de embarazo.
“Sí, ya estoy en el mes de parir”, comentó a la salida, cargando dos bolsas de productos en las que no se veía el paquete de pañales. “Cuando entré se terminaron. Compré toallas sanitarias, el aceite y arroz”, lamentó entre sollozo porque era su última oportunidad al tener fecha de parto. No podía fallar el día por el terminal de cédula de identidad.
“En Mara no hay nada. La comida está cara. Un arroz está en mil bolívares, la harina en 800 y los pañales pequeños pasan los cuatro mil”, aseguró Fernández. Hacer abasto de productos regulados en el municipio fronterizo está negado a los ciudadanos. “Solo está la venta de las bolsas de la Alcaldía y ya”.
Se arriesgó a movilizarse a Maracaibo en autobús con menos de dos mil bolívares para ahorrarse dinero. “En Nueva Lucha no se puede comprar. Mercal casi no funciona. Eso no tiene comida”, dijo la mujer de 25 años.
En las jurisdicciones fronterizas, el precio de los alimentos supera en más de nueve veces su valor de venta. El arroz regulado a 120 bolívares se cotiza entre 800 y mil bolívares. El ofrecimiento se impone de acuerdo a la salida de la producción y la colocación en los supermercados.