Finca Bellavista es un hotel y santuario natural

Su nombre está inspirado en el pintoresco río Bellavista, un corredor de aguas blancas, rodeado por abundante verde, donde las personas pueden zambullirse a diario y disfrutar de su afluencia

Con la idea de crear una verdadera comunidad autosustentable, Erica y Matt Hogan fundaron la Finca Bellavista, una casa en un árbol que es hotel y santuario natural. Esta construcción se ubica en las alturas del bosque tropical de Costa Rica, rodeada de follaje y todo tipo de plantas y animales. 

Su nombre está inspirado en el pintoresco río Bellavista, un corredor de aguas blancas, rodeado por abundante verde, donde las personas pueden zambullirse a diario y disfrutar de su afluencia. 

Las copas de los árboles se ciernen cerca del borde del grupo de estructuras que hoy conforman el espacio, un lugar donde las personas pueden hospedarse y vivir experiencias diferentes, en contacto con el entorno y con lo que el país ofrece como destino turístico. El pueblo más cercano queda a 1,5 millas de distancia y tiene solo una escuela, una iglesia, una pulpería, una parada de autobús, un puñado de casas y un campo de fútbol.

Todo el complejo está conectado por tirolesas y puentes colgantes. El equipo central vive y trabaja en la propiedad, mientras que los residentes y los huéspedes transitorios pueden disfrutar de los paradisíacos alrededores temporalmente. 

La finca o granja, como también se la llama, es parte de una red de hoteles eco-friendly de aventura de Costa Rica y a pesar de eso, esta “ciudad entre copas” sigue siendo uno de los pocos entornos vírgenes del país.

La comunidad que allí vive es casi completamente autosuficente y sustentable. El espacio cuenta con un comedor, sala de estar al aire libre, un rancho, casa de baño, lugar de campamento, jardín para bodas, entre otros. 

El complejo sigue creciendo y creando un sentido diferente de lo que se entiende por “vida en el bosque”, con pocas casas del árbol en diversas etapas de construcción, la finca es una de las primeras casas del árbol contemporáneas que es a la vez comunitaria, planificada según estándares permaculturales, arquitectónicos y sostenible.

Cada residente debe comprar y utilizar un biodigestor, que genera electricidad y calor a partir de un proceso de conversión de residuos en energía. La arquitectura está optimizada para aprovechar al máximo la ventilación cruzada, la iluminación natural pasiva y los sistemas de construcción responsables.

El floreciente barrio atrae a personas afines, comprometidas con la conservación y dispuestos a ser participantes sutiles en el balance general del ecosistema conservado sin inmutar. 

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