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Las selecciones de Venezuela de voleibol, esgrima y sóftbol han sufrido derrotas por forfait en competencias internacionales durante los últimos dos meses, afectadas por la falta de vuelos en medio de un éxodo de aerolíneas por la grave crisis del país.
La selección femenina de voleibol perdió este sábado por incomparecencia frente a Australia en el Grand Prix, pues no pudo llegar a la ciudad australiana de Camberra.
“Asumo la responsabilidad, pero las causas se escapan de nuestras manos”, declaró a la AFP la presidenta de la Federación Venezolana de Voleibol, Judith Rodríguez, quien aseguró que “fue imposible” conseguir boletos aéreos a tiempo.
Un avión oficial fue habilitado a última hora por el Gobierno, agregó Rodríguez, pero problemas con los permisos para despegar desde Brasil hacia Sudáfrica -escalas en el plan de vuelo hacia Camberra- terminaron por impedir el traslado.
No hay boletos
El pasado 2 de julio, la selección masculina de la disciplina había dado forfait ante Austria en la Liga Mundial, el primero en la historia del torneo, también por problemas para adquirir boletos para trasladarse hacia Frankfurt, Alemania.
Ahora, según dijo a la AFP la periodista especializada Eumar Esaá, el voleibol venezolano podría enfrentar una suspensión de dos a cuatro años en todas sus categorías: “Con eso, muere toda una generación de atletas”. Rodríguez admitió estar “preocupada” por inminentes sanciones.
La representación de Venezuela en el Mundial masculino de sóftbol, el 7 de julio, y el equipo de florete en el Panamericano de esgrima, seis días después, también incurrieron en forfait. Ambos eventos se realizaron en Canadá.
¿Bloqueo?
El presidente del Instituto Nacional de Deporte (IND), Pedro Infante, reconoce problemas para la compra de pasajes aéreos y, tal como otros altos funcionarios, acusa a las líneas internacionales de “un bloqueo”.
Una larga lista de compañías aéreas ha dejado de operar en el país caribeño y otras han reducido su frecuencia de vuelos y rutas.
Las aerolíneas alegan que el Estado, que monopoliza el acceso a divisas extranjeras con un férreo control de cambio vigente desde 2003, mantiene una enorme deuda con las empresas de la industria, estimada en 3.800 millones de dólares por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).