Estos personajes precitados, todos sin excepción, están sancionados por delitos de robo y lavado de divisas, por narcotráfico, entre otros actos ilegales, por los Estados Unidos y por la Unión Europea; todos están acusados y serán castigados
Según la RAE, “hecatombe”, en connotación primordial del término, se define como: suceso trágico en el que se produce una gran destrucción y muchas desgracias humanas y materiales. ¿Quién duda de que en Venezuela la pseudo revolución fundada por el “comandante eternamente enterrado” causó una hecatombe?
Lo que ha pasado en Venezuela en todo el ámbito funcional y estructural de la sociedad genera una pérdida inconmensurable en la vida personal y en todo su significado con la relación familiar y material. La propia conformación de la palabra hecatombe, nos define en cada de una de sus letras el daño causado.
Las letras de la palabra hecatombe determinan sus protagonistas; la H, Hugo, “comandante eternamente enterrado” autor intelectual y material de la misma; hoy está en la quinta paila del infierno en la sala excrementaria; la E, el engendro heredero, quien asesorado con mucha fuerza por los asesinos dictadores cubanos se convierte en un actor de primera línea; la C, Cilia, esposa del engendro y jefa de la cofradía corrupta que asoló las finanzas públicas, incluyendo las de PDVSA; tía de los narcosobrinos y gestora de todas las prerrogativas de los cuales estos disfrutaban y también la C, Cabello diablodado, huelgan las palabras sobre este personajillo siniestro; la A, Al Aissami, conocido por sus andanzas delictivas dentro y fuera del país; la T, Tarek, el fiscal chimbo y también de la tracalera Tibisay, la reina de la “tramparencia”; la O, de Oblitas, tracalera en acción, comadre y compinche de la anterior y de Osorio, el rey del desabastecimiento entre otras actividades fuera del contexto legal; la M, del Maikel Moreno, quien a través del TSJ ejecuta la muerte de la democracia y de Marcos Torres, el ministro pimentón, puso en cobres a los del PSUV y a la FAN (alto mando militar); la B, Benavides Torres, jefe de la GNB, el asesino de la juventud que protestó pacíficamente en las calles para pedir democracia y libertad y por último la E, de Elías Jaua, autor material del robo ejecutado, a través de la figura de la “expropiación”, sobre las tierras productivas y de empresas que ejercían un rol productivo en lo interno y externo.
Es importante resaltar que estos personajes precitados, todos sin excepción, están sancionados por delitos de robo y lavado de divisas, por narcotráfico, entre otros actos ilegales, por los Estados Unidos y por la Unión Europea; todos están acusados y serán castigados, más pronto que tarde por la Corte Penal Internacional (CPI).