La inflación generada por la misma política monetaria expansiva se ha terminado tragando en términos reales el ingreso fiscal (efecto Olivera-Tanzi); ello llevó al régimen a partir del año 2015 a financiarse en mayor medida con impuestos cada vez más regresivos
La reciente derogación de la ley de ilícitos cambiarios y la anterior medida de permitir a través de las casas de cambio la compra de divisas, a una tasa de cambio muy similar al mercado paralelo por parte de la cleptocracia, denota lo quebrado que está el régimen, que busca dólares desesperadamente, con unas reservas internacionales que apenas llegan a ocho mil 500 millones de dólares, que por cierto, son menos de la mitad de los 17 mil 800 millones de dólares con los que contaba la nación al cierre del año 1997, por supuesto con una población para entonces de 23 millones 400 mil habitantes, mientras hoy la misma supera los 30 millones de habitantes.
Esta situación por cierto, ocasionada por la irresponsable, ineficaz e ineficiente política fiscal (gasto del Gobierno) como raíz del problema, y que al venirse abajo la producción petrolera a partir del año 2008 y los precios del petróleo en el año 2014, el primer evento sirvió para poner en marcha la primera reconversión monetaria, que sirvió de camuflaje para el financiamiento monetario del déficit público, (impresión de billetes sin respaldo) más dantesco que hasta ahora hemos tenido en nuestra república en los últimos 60 años, devaluando nuestra moneda en los últimos 10 años en un 159 mil 900 %, sumado a una inflación acumulada en dicho período de 18 millones 494 mil 532 %; cifras que explican por qué el 80 % de los venezolanos vivimos en condiciones de pobreza extrema con salarios de menos de un dólar diario.
Escenario que también describe el fracaso de la política fiscal asistencialista del régimen, y altamente impositiva por el lado del ingreso fiscal, que buscó por la vía de mayores impuestos, ampliando la base imponible (curva de Laffer), y así cubrir el cada vez más enorme gasto fiscal dispendioso y corruptible, haciendo al déficit fiscal cada vez más grande, porque la inflación generada por la misma política monetaria expansiva se ha terminado tragando en términos reales el ingreso fiscal (efecto Olivera-Tanzi); ello llevó al régimen a partir del año 2015 a financiarse en mayor medida con impuestos cada vez más regresivos, pero primordialmente con el impuesto de inflación o señoreaje, ante la caída abrupta de los ingresos fiscales en términos reales; representando ello el mayor robo al bolsillo del venezolano trabajador parte del Gobierno.
Pero como todo en la vida y en la economía, dicho mecanismo de financiamiento también tiene sus límites, el principal límite resulta ser la hiperinflación, cuando la elasticidad, masa monetaria-precios se hace cada vez más elástica, quiere decir que los precios crecen en un margen muy superior al que crece la masa monetaria, tragándose también dicho ingreso en términos reales, con lo cual al Gobierno se le agotan los dos principales mecanismos internos de financiamiento del gasto público, no le queda otra cosa que abrirse al mercado y terminar de sepultar el populismo y su modelo económico fracasado.