El problema de Venezuela es el modelo político y quienes lo aplican, por eso continuarán fracasando absolutamente todos los planes económicos, de seguridad, fiscales, entre otros, porque en todos ellos el fin es el mismo. Nada cambiará hasta que se cambien los cultivadores de este país desdibujado
Cuba, Venezuela y Nicaragua padecen gobiernos generadores de caos, pero sus sociedades políticas han sabido sortear coyunturas para lograr mantenerse en el poder a un precio extremadamente alto para sus pueblos, son cultivadores de penurias, incertidumbre y de una inestabilidad que, según especialistas, extrapola sus respectivas fronteras, son acusados de generar conflictos en otras naciones a través de guerrillas, paramilitarismo, narcotráfico, financiamiento de candidatos y de vía violencia institucionalizada. Cada nación tiene su perfil específico, pero la transversalidad son pueblos oprimidos, desmejorados en su calidad de vida, gobernantes atornillados al poder al precio que sea.
La principal condición para que las inversiones ocurran en una nación es la confianza, hemos mencionado un axioma irrefutable “nada es tan cobarde como el capital inversor”, al primer atisbo de inestabilidad estos se paralizan o huyen, ello es comprensible, pues la única manera que las inversiones rindan frutos es con institucionalidad, con solidez en los procesos económicos, políticos y sociales.
Venezuela ha sido la clave para el sostenimiento de gobiernos nefastos; cuando los Castro estaban a punto de caer llegó Chávez a su auxilio, se consolidó una dantesca reciprocidad de colaboración, situación que aún se mantiene. Lo mismo con Ortega en Nicaragua, Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, los Kirchner en Argentina, innumerables países caribeños e incluso de otras latitudes. La chequera petrolera ha sido una bendición para otros presidentes, productores y empresarios foráneos, mientras que para los venezolanos quedan los controles y racionamientos. Ahora bien, esa chequera mermó por corrupción y desidia, el régimen quebró PDVSA, trayendo como consecuencia la abismal reducción en apoyos internacionales al chavismo, solo queda el reducto de una afinidad internacional financiada, ahora “pide cacao” a China, a quien nuestras generaciones futuras le deben hasta el alma.
Así, mientras el chavismo continúe en el poder todo será igual, como diría Lucena, la tendencia al empeoramiento es “irreversible” sencillamente porque el chavismo vive del caos, de provocarlo y mantenerlo, generar conmoción y vivir de sus frutos, como los decretos de emergencia, racionamientos, controles, condicionamientos, todo tipo de desmembramientos a nuestros derechos. Súmele a está fatídica fórmula el caos de los servicios públicos, corrupción, desidia, la partidización de una sociedad cada vez más desesperada ante un estilo de vida absolutamente ajeno a su historia.
Inestabilidad es igual a profundización de lo que ya hoy es insoportable, incluso, el régimen podría girar 180 grados su paupérrima percepción histórica y declararse un gobierno de “derecha”, aún así nadie se atrevería invertir en una nación sin institucionalidad, con una Constitución ignorada y otra por nacer que constitucionaliza la inestabilidad. El problema de Venezuela es el modelo político y quienes lo aplican, por eso continuarán fracasando absolutamente todos los planes económicos, de seguridad, fiscales, entre otros, porque en todos ellos el fin es el mismo: centralismo ultroso, constreñimiento a nuestros derechos, instituciones públicas como apéndices del PSUV. Nada cambiará hasta que se cambien los cultivadores de este país desdibujado, desaprovechado y cubanizado.