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El deterioro de la imagen, prestigio y aceptación del gobierno de Maduro y el PSUV es de tal magnitud, que han diseñado una estrategia que creen les sea útil para superar el rechazo que expresan los venezolanos, con la idea de promover la realización de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC).
Todos sabemos que el único objetivo de ese proyecto, está dirigido exclusivamente a la conservación y permanencia en el poder a como dé lugar. Como el diálogo promovido por el Gobierno fracasó, porque así lo quisieron, ahora ante la realidad adversa que están enfrentando dentro y fuera del país, apelan a esta jugarreta para continuar en el mismo proceso de disuasión y engaño, y por esa vía buscar recuperar el tiempo que ya se les agotó.
Mientras transcurra el proceso de consultas a todos los sectores sobre el proyecto constituyente, las elecciones pendientes de alcaldes y gobernadores no se efectuarán, y ese es otro de los objetivos que se buscan. El alegato de que el poder originario lo tiene el pueblo, le da carácter universal a la consulta que debe realizarse para saber si apoya su realización o no; e igual sería para su aprobación en el caso de que votemos por una nueva Constitución, como dicen es el propósito.
El Gobierno está como la familia que tiene años sin pintar y refaccionar su casa, y ante el deterioro que presenta optan por darle un baño de pintura, y presentar con eso una nueva imagen. Solo cumpliendo con los requisitos establecidos en la Constitución para la consulta, de saber si se realiza o no una constituyente, le daría lo que calificamos: “Legitimidad originaria", pero aun así seguros estamos que el mismo sería rechazado, por lo que la iniciativa del Gobierno sería un salto al vacío sin paracaídas, un suicidio electoral.
También se busca instaurar un nuevo proceso de diálogo, esta vez masivo, en el que quedarían excluidos la comunidad internacional, buscando enviar el mensaje, de que en Venezuela existe un gobierno respetuoso de la plena vigencia del sistema democrático, y sacudirse el señalamiento que se le hace de dictadura militarista. El tiempo está agotado, y ese proyecto constituyente no es la solución a la crisis que nos ahoga. El Gobierno y quien lo preside no tienen oportunidad para recuperar la credibilidad y la confianza del pueblo. Todo se ha derrumbado, y de eso solo ha quedado la ruina de la nación. Es imposible el éxito de otro engaño.