El territorio Esequibo está prácticamente perdido y cada día es más violado el resto del territorio nacional por grupos irregulares de diversa índole. Y por si todo esto fuera poco, todos los niveles del Poder público excepto el Legislativo, son ilegítimos. Actúan al margen de la Constitución
Venezuela atraviesa por la crisis más grave de los dos últimos siglos. Tan grave, que está destruyendo al Estado en sus tres elementos esenciales: la población, el espacio geográfico soberano y el poder legítimo. Estamos experimentando la mayor diáspora que se haya dado en la historia de América Latina: más de cuatro millones de venezolanos hasta ahora han abandonado el territorio nacional. El territorio Esequibo está prácticamente perdido y cada día es más violado el resto del territorio nacional por grupos irregulares de diversa índole. Y por si todo esto fuera poco, todos los niveles del poder público excepto el Legislativo, son ilegítimos. Actúan al margen de la Constitución, que ha sido sustituida por un plan socialista.
Por esto, los países más importantes del mundo desconocen a Nicolás Maduro como Presidente de la república y a un cuerpo inconstitucional e ilegal como lo es la mal denominada Asamblea Nacional Constituyente. Caminamos a pasos acelerados hacia un simple “estado fallido” en medio de una catástrofe política, económica y social sin precedente. La inflación anual en 2018 superó el millón por ciento y la duplicaremos en 2019. En el período 2013-2019 la contracción acumulada del PIB supera al 50 por ciento, mientras el PIB por habitante se sitúa a los niveles de 1947.
La deuda externa equivale a más de cinco años de exportaciones. La producción petrolera ha caído 60 por ciento desde 1998 y casi 70 por ciento per cápita. El proceso de empobrecimiento se ha acelerado peligrosamente. Se estima que dos millones de personas sufren de malnutrición. El salario mínimo integral cubre hoy menos de 600 calorías, cuando en 2012 cubría 60 mil. Hoy se requieren más de siete salarios mínimos para cubrir la canasta alimentaria, y más de 12 para cubrir el costo de la canasta básica familiar.
Venezuela es un país sin alimentos ni medicinas. Sin agua ni energía eléctrica. Sin gasolina ni cauchos, ni dinero en circulación para los intercambios mas elementales. Pero además sin libertad, ni Estado de derecho. Sin justicia social ni individual. Venezuela es simplemente, una comunidad humana en extinción, en manos de una oligarquía ignorante, incapaz y sectaria que se cree dueña del poder, al margen de toda noción de Estado y de República. Estamos dejando de ser una nación en posesión de un espacio geográfico libre, y regulada por un poder legítimo emanado de la soberanía popular. Nos han convertido en una simple tribu, que comparte su espacio geográfico con una invasión de cubanos, chinos, rusos, iraníes, turcos o guerrilleros, colombianos al margen de la ley. Por todo ello, ese es el primer reto de los venezolanos de hoy: volver a ser una República dentro de un Estado de derecho y de justicia. Y ese reto estamos seguros pronto lo venceremos, pues experimentamos una crisis insostenible para cualquier país a comienzos del siglo XXI.