viernes, diciembre 13, 2024
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“Brunito” pagó dos millones para que mataran a su padre

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A "Brunito" lo capturaron cuando terminaron el interrogatorio. (Fotos: Cortesu00eda Noticiaaldu00eda)

Santiago Giovani Allio Torres pagó dos millones de bolívares a dos sicarios para que asesinaran a su padre, Bruno Allio Bonetto (59). La Policía científica capturó a tres de los culpables. En Cerros de Marín se escondía uno de los homicidas. Todavía rastrean a uno de los responsables

La frialdad ante el asesinato de su padre lo delató. Santiago Giovani Allio Torres (27) no exteriorizó el más mínimo dolor al ver el cadáver de su progenitor, Bruno Allio Bonetto (59), sobre el asfalto de la avenida 2A del sector Don Bosco, parroquia Olegario Villalobos de Maracaibo, y esto lo convirtió en el principal sospechoso del crimen. Intentó junto a sus cómplices fingir un robo, pero su objetivo principal era la herencia del empresario ítalo-venezolano, detalló un oficial.

En unas cuantas horas y un par de interrogatorios se resolvió, policialmente, el homicidio. Allio Torres confesó que desde hacía semanas buscaba junto a su amigo, Adolfo Hernández Medina (23), el momento del atentado. El crimen debía consumarse antes de que el empresario contrajera nupcias con una funcionaria del Ministerio Público. Quería eliminar toda probabilidad de no ser el heredero universal.

Gervacio Vera, jefe de la región zuliana de la Policía científica, detalló, en una conferencia de prensa, que “Brunito”, como le dicen por cariño a Santiago sus familiares, acordó con Hernández contratar a Daniel José Mondoy Barreto (18), y un adolescente, de 17 años, en el barrio Cerros de Marín para el asesinato. A cada uno les pagó un millón de bolívares.

Cada uno definió claramente su rol para el momento del ataque. Allio dejaría entrar a Mondoy y a su compinche al edificio Murano y les entregaría la Beretta, T92FS, calibre 9 milímetros de su padre. Estos esperarían al empresario dentro de su Jeep Cherokee, negra, placa AC707RV, lo someterían con su propia arma, lo llevarían a un paraje solitario y finalmente lo matarían. Nada salió según el plan. Bruno Allio aceleró hasta estrellarse contra la cerca de una casa frente al conjunto residencial.

A los sicarios no les quedó más remedio que asesinar al empresario cerca de su casa. Quien debía recogerlos no llegó, debieron disparar al aire, correr por unas cuadras y obligar a Allio Torres a montarlos en su F-150 roja, placa A94AD1V. Todo el movimiento quedó grabado en las cámaras de seguridad de las residencias aledañas. La Policía científica se incautó los videos y obtuvo detalles.

La Policía municipal acordonaba aún el área cuando “Brunito” regresó a la escena del crimen. Se unió al grupo de familiares, miraba a sus alrededores con indiferencia e inmutable, sin una pizca de sufrimiento, asombro o piedad para con la víctima o su viuda.

El desfile de conocidos por la sede de la Policía científica duró horas. Todos mantuvieron su discurso, excepto el hijo del occiso. Las contradicciones, los titubeos y el nerviosismo lo delataban y comprometían. Antes de ponerse el sol ya había confesado el crimen, delatado a sus secuaces e indicado sus posibles guaridas.

Una comisión llegó a la casa de Hernández y lo detuvo, mientras que otra se desplegó por Cerros de Marín. Mondoy se resistió a la captura, se enfrentó contra los oficiales y una bala le rozó el cuello. Sobrevivió, lo llevaron al hospital y después a los calabozos. Solo el adolescente permanece prófugo.

Las investigaciones concluyeron, pero el proceso judicial apenas comienza. Aún se desconoce en cuánto tiempo condenarán a los homicidas.

 

Crímenes por dinero

01/10/2016 Ana Virginia Hernández Hernández (38) la enjuiciarán por el asesinato de sus padres Omar Hernández Sabatino (72) y Adais Virginia Hernández (67), y de su hija, de 11 años, en una residencia de la urbanización Andrés Bello de Aragua. Planificó el crimen y el robo junto a sus cómplices Víctor Brito Bolívar (45) y Yusmary Méndez (31).

17/04/2016 Al capitán José Francisco Hernández Araujo (40) y a su esposa, María Gabriela Hernández Caruso (30), los mataron en su residencia, en Valle de la Pascua, estado Guárico. El asesinato lo planificó el hijo del militar para quedarse con su herencia.

 

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