La perversión de la intervención pública estatal en la economía 

Si el Gobierno a través del Banco Central acude a una medida de devaluación para frenar la demanda de importaciones y con ello la demanda agregada interna en el corto plazo, se genera un incremento de la demanda de dinero en moneda extranjera

Las razones en las cuales se basan los defensores de la intervención pública estatal en la economía, están en la mayoría de los casos sustentadas en las teorías y postulados según los cuales para que el sistema capitalista a través del libre mercado funcione más eficientemente, debe dársele mayor participación al Gobierno a través de su política fiscal, crediticia y presupuestal, en aras de influir en el comportamiento del ciclo económico, para corregir los fallos del mercado, y hacer una distribución más equitativa del ingreso nacional y así lograr el tan ansiado estado de bienestar, siendo indispensable para ello lograr las condiciones de pleno empleo. Por ello, el sector público no debía temerle a la ejecución de presupuestos desequilibrados, porque todo ello se traducirá en un incremento de la demanda agregada interna y el ingreso fiscal que a la postre terminarían haciendo la corrección del déficit fiscal generado previamente.

Esto produce unos desajustes entre PIB y la demanda agregada interna, donde esta última termina siendo muy superior al primero, se ven obligados a ser cubiertos mediante importaciones, impactando negativamente la balanza comercial y con ello la cuenta corriente de la balanza de pagos, o por el contrario si el Gobierno a través del Banco Central acude a una medida de devaluación para frenar la demanda de importaciones y con ello la demanda agregada interna en el corto plazo, se genera un incremento de la demanda de dinero en moneda extranjera (salida o fuga de capitales), reflejados en la cuenta capital y financiera o en la cuenta de errores y omisiones de la balanza de pagos, porque los agentes económicos buscan preservar el valor de sus capitales en una moneda cuya reserva de valor sea más estable en los bancos en el exterior.

Por otro lado, se genera un proceso inflacionario porque al devaluar buena parte de las importaciones de bienes finales, capital, intermedios y primarios que no son sustituibles por la producción nacional incrementan sus precios por la devaluación, que sumado a las medidas expansivas de la oferta monetaria producen un aumento general de los precios relativos en el corto plazo y por ende un acrecentamiento exponencial del nivel general de precios y un decrecimiento de los salarios reales.

Pretender crear condiciones de estímulo al crecimiento económico y de pleno empleo mediante la aplicación de medidas inflacionistas lo que termina provocando  es una distribución menos equitativa del ingreso nacional, en el mediano y largo plazo, y una caída de la actividad productiva que se traduce en un aumento del desempleo y de la informalidad lo cual termina profundizando los problemas de heterogeneidad estructural de nuestra economía y por ende de insostenibilidad del estado de bienestar que se mantiene sobre la base de la contribución fiscal del sector formal de la economía.  

Por ello se debe entender que toda economía tiene una tasa natural de desempleo, que depende del nivel de valor agregado que esta genere, la diversificación de la misma y de las sumas que los empresarios hayan decidido invertir en la producción. Donde una baja de los salarios reales para la búsqueda de las condiciones de pleno empleo que crea la expectativa de una nueva declinación, no servirá para incrementar la demanda de trabajo, porque el volumen de empleo está controlado por el de las inversiones.

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