
Sinfónica
“No tengo palabras para describir lo que sentí en el escenario cuando los niños lograron interpretar con precisión la obra de Stravinsky. Pensaba: no puedo creer lo que estamos haciendo”, dijo Jesús Parra, joven venezolano que dirigió el concierto, junto al maestro Gustavo Dudamel. Todo el trabajo y el esfuerzo de los pequeños músicos se vieron recompensados con aplausos y gritos de bravo.
El Teatro alla Scala se llenó con un público expectante por el estreno de los bambini, alentados por el aura que envuelve a El Sistema y por titulares como el del Corriere della Sera, que decía: “Los niños a la Scala”.
Así, personas mayores, adultos, jóvenes y niños se acomodaron en las butacas y los balcones de uno de los templos de la música académica. Cuando aparecieron los primeros niños en la sala, comenzaron los aplausos y las expresiones de asombro: “molto piccolos” o “son muy pequeños” se podía escuchar en la sala. Los aplaudieron hasta que el último de los 202 niños se acomodó en su silla.
Seguidamente apareció, batuta en mano, el joven maestro Jesús Parra, quien en Salzburgo también se encargó de conducir a la selección de la SNIV que participó en la residencia artística de El Sistema en el festival de esa ciudad.
El concierto comenzó con la fresca interpretación del Scherzo fantastique, de Stravisnky, que hizo que la expectativa se convirtiera en total sorpresa. Apenas culminaron la composición de Stravinsky rompieron los aplausos y la gente se veía y sonreía. Desde uno de los balcones, el maestro Gustavo Dudamel miraba atento la ejecución de los pequeñitos. Los profesores de la SNIV hacían lo propio desde el patio.
Parra volvió a alzar la batuta y la orquesta comenzó a tocar la Suite del ballet Estancia, de Alberto Ginastera. Los niños venezolanos fueron aplaudidos al final de cada movimiento. Y con el último compás se escucharon los gritos de “¡bravi”! La sorpresa ahora estaba acompañada por una genuina emoción.
Luego del intermedio, Gustavo Dudamel tomó la batuta para dirigir la Sinfonía N° 4, de Tchaikovsky. Fue una hermosa interpretación, cada solo fue ejecutado con precisión y la orquesta se movía con los compases de la obra. La entrega de los pequeños fue ovacionada de pie.
El maestro Dudamel saludó y abrazó a cada uno de los niños del semicírculo de filas que están frente al podio del director, se volteó y le lanzó un beso a la orquesta. Luego, caminó y llegó hasta las filas de viento y percusión para felicitar a cada una. El público no paró de aplaudir.
En medio de la algarabía, aparecieron en el escenario los tres talentosos chamos del ensamble Alma Llanera de la SNIV, quienes, a ritmo de cuatro y maracas, interpretaron un popurrí en el que mezclaron Nabucco y la Tarantella con obras del folclore venezolano.
Ese fue el preludio de Venezuela, que ejecutaron junto con el resto de la Nacional Infantil. Dudamel cedió la batuta a José Luis Alvaray, percusionista de la SNIV, que se encargó de conducir la Obertura de Guillermo Tell y de este modo se convirtió en el director más joven en presentarse en el Teatro alla Scala.