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Un mes de protestas contra el presidente Nicolás Maduro costó la vida de 36 venezolanos. Desde el pasado 6 de abril, la cifra destaca una represión sin precedentes en el país. La violencia no respetó bandos. Ya sean opositores, oficialistas, uniformados, civiles, adolescentes o adultos, las víctimas se agrupan en la lista roja de los hijos de una misma patria que resuena en el mundo por un clamor ante la crisis.
“La cantidad de muertes es superior al 80 por ciento del total de asesinados en tres meses de protestas de 2014 cuando se contabilizaron 43 fallecidos. Ahora hay una escalada mayor de represión. Recrudeció el uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes por parte de los organismos policiales y militares. No actúan apegados a los estándares nacionales e internacionales. Disparan bombas lacrimógenas, no solo para dispersar, sino para generar el mayor daño físico a los manifestantes”, expuso Inti Rodríguez, coordinador de investigación de la ONG Provea, quien catalogó como preocupante la actuación de colectivos armados que reprimen junto a los cuerpos de seguridad del Estado, lo que se robusteció luego del Plan Zamora que anunció el primer mandatario para garantizar el orden interno.
Los heridos ascienden a 717 y las detenciones superan las mil. La mayoría de los caídos son jóvenes de entre 17 y 30 años que manifestaban por una mejor Venezuela. Otros quedaron atrapados en enfrentamientos entre los cuerpos de resguardo y los protestantes.