Los trapecistas de la política

Es imposible conseguir en ellos un gesto digno, como el de Fermín Toro, cuando gritó a los seguidores del dictador de turno: “Díganle ustedes al general Monagas que mi cadáver lo llevarán pero que Fermín Toro no se prostituye”

Los que no moderan pasiones son arrastrados a lamentables precipicios“. Andrés Bello

La inscripción de la candidatura de Falcón en el simulacro electoral presidencial del 20 de mayo próximo, así como las adherencias de dirigentes de la oposición, confirman uno de los principios de Peters que denominó las “cúspides flotantes” y refuerzan la tesis de la degradación de la política venezolana y de la necesidad de actuar en la vida conforme a principios y valores para lograr credibilidad y generar confianza en la población.

Desde hace mucho tiempo nosotros sabemos que ese candidato es “astilla del mismo palo” de ese grupo que utiliza la política en beneficio propio y el poder como un elemento de seducción, engaño y enriquecimiento súbito a como dé lugar. Así que dejemos a esos pigmeos de la política que sigan el camino que conduce al barranco en cuyo fondo se encuentra el basurero que la historia les tiene reservado. Es imposible conseguir en ellos un gesto digno, como el de Fermin Toro, cuando gritó a los seguidores del dictador de turno: “Díganle ustedes al general Monagas que mi cadáver lo llevarán pero que Fermín Toro no se prostituye”.

Los que actuamos siguiendo principios correctos y valores arraigados, sabemos que fundamentar nuestras vidas afincados en ellos es la clave para desarrollar un rico poder interior y lograr, con él, convertir en realidad muchos de nuestros sueños. 

Son leyes naturales evidentes por sí mismas y con un valor intrínseco. Brindan un verdadero norte a nuestras vidas mientras surcamos las corrientes que discurren por nuestro ambiente. Los principios se aplican en todo momento y lugar. Emergen bajo la forma de valores, ideas, normas y enseñanzas que edifican, ennoblecen, satisfacen, fortalecen e inspiran. Cuanto mejor alineados estén nuestros valores con los principios correctos, más precisos y útiles serán.

La moral se define como la ciencia del bien obrar o buenas costumbres. La ética, según los postulados Aristotélicos, reside en la posesión de un espíritu recto. Adela Cortina considera a la moral como la forja del carácter en la vida cotidiana y la ética como la dimensión que reflexiona sobre la forja del carácter. 

Habrá que preguntarle a esos trapecistas de la política venezolana si su conciencia los tranquiliza consigo mismo, con su familia y con la sociedad que aspiran conducir, sabiendo que no están obrando recta ni correctamente.

Visited 3 times, 1 visit(s) today