Mujeres de Venezuela… ¡A parir!

 

Maduro pretende solucionar los problemas decretando dádivas de todo tipo que van desde una “chamba juvenil” hasta la más reciente, como fue regalar a toda mujer embarazada 700 mil bolívares al comenzar su preñez

En su desespero por ver cómo mejora la percepción que los venezolanos tienen de él y su gobierno, Nicolás Maduro no halla qué medidas populistas poner en práctica, sin importar las consecuencias de las mismas, tanto en lo económico como en lo social.

Bien persuadido de la gravedad de la crisis económica y social que afecta a toda la nación venezolana, sin excepción, Maduro pretende solucionar los problemas decretando dádivas de todo tipo que van desde una “chamba juvenil” hasta la más reciente como fue regalar a toda mujer embarazada 700 mil bolívares al comenzar su preñez, y un millón de devaluados billetes al momento del parto.

Habrá pensado el presidente Maduro en las consecuencias que puede traer una propuesta, -clientelar sin duda alguna-, como la realizada a las mujeres de Venezuela si estas, acosadas por la crisis se disponen a quedar embarazadas para recibir esos 700 mil bolívares y el millón del parto, en un país donde las madres deambulan buscando las fórmulas lácteas para sus bebés y la leche entera en polvo, las cuales no se consiguen por ningún lado, y si lograran obtenerlas, es a precios totalmente inaccesibles por la hiperinflación que azota al país.

No se trata más que de una operación clientelar que busca convertir a las mujeres que reciban estos beneficios, en clientes de la revolución a la hora de la realización de elecciones. Maduro, -sin percatarse porque su poca educación formal no le da mayores atributos en el conocimiento de la historia-, actúa como lo hizo el dictador fascista Benito Mussolini en la Italia de la postguerra mundial, en sus políticas de procurar que las mujeres se preñaran masivamente y que trajeran al mundo a hijos varones para armar su aparato de guerra.

Mussolini daba premios por nupcialidad, natalidad, familias numerosas con más de cuatro hijos y privilegiaba el acceso de los hombres casados y padres a los puestos públicos, todo esto en medio de una grave crisis económica que atravesaba la nación italiana. Las mujeres italianas debían dedicarse a estar en sus hogares esperando a sus maridos para que las “preñaran”, si no lo estaban. Para Mussolini, la maternidad constituía una obligación femenina insoslayable y era la mejor manera de que la mujer manifestara su patriotismo.

“Ganad la batalla de la maternidad”, les ordenaba el feroz dictador quien finalmente, a la caída de su régimen tiránico fue ajusticiado por partisanos italianos y colgado del cableado público, al lado de su querida Clara Petacci, quien sufrió las mismas consecuencias del ominoso mandatario. Al mismo tiempo que mandaba a parir a las mujeres, las alentaba a “manejar con eficiencia y habilidad” los pocos medios o recursos con que contaban en los hogares.

Este cronista imagina que en cualquier momento, Maduro solicitará a las mujeres preñadas por su exhortación para recibir ese “gran premio” de 700 mil bolívares, a que hagan con ese devaluado dinero como hizo Jesucristo con los panes y el vino.

Pero viendo las cosas seriamente, Maduro como que no sabe que en este país, gracias al desastre de su gobierno, no hay leche maternizada ni entera en polvo. Tampoco se consiguen pañales ni medicamentos que son esenciales para atender las enfermedades propias del desarrollo inicial del ser humano. De verdad que la impopularidad presidencial es muy mala consejera.

 

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