No existe disponibilidad de divisas

Aunque se diga que los motores funcionan y se publique la tasa del dólar flotante, a diario persisten las dificultades para acceder a insumos y materia prima

Ciertamente, hace semanas que comenzó a regir el nuevo sistema de divisas y lo que se ha visto es que el dólar flotante está llegando a los 300 bolívares. Estamos ganando en la idea que el Ejecutivo debería dejar flotar la divisa hasta los 400 bolívares, de manera que haya posibilidad de que se puedan generar recursos para la producción nacional. Junto a este nuevo sistema, el Ejecutivo ha instaurado los 14 motores de la economía que prometen repotenciar el aparato productivo del país. Sin embargo, a estas alturas del partido, nuestro aparato productivo está casi en el suelo y el sector que logra funcionar, lo hace a media máquina.

Uno de los más afectados por la crisis del país es el aparato industrial que tiene serios problemas estructurales, todos derivados de las distorsiones creadas por los controles. La consecuencia es que el sector no puede desplegarse en todo su esplendor para satisfacer la demanda de los venezolanos, ni con la producción local propia y menos con la importada, porque dólares no hay.

Aunque se diga que los motores funcionan y se publique la tasa del dólar flotante, a diario persisten las dificultades para acceder a insumos y materia prima, para transformar lo que a su vez dificultan el impulso a la producción. Y esto ocurre porque no se ha resuelto el tema crucial que es que no existe disponibilidad de divisas para nadie. El Gobierno ha dicho que va a destinar prioritariamente el flujo de divisas para honrar los servicios de deuda soberana, pero ni por asomo ha informado sobre la fuente de divisas para las actividades del sector productivo. 

Esto ocurre mientras en el Ejecutivo se activan los comités de abastecimiento popular, que consiste -en, palabras más o menos- en que el consejo comunal llevará una bolsa de comida a las casas. Se aplaude la iniciativa, sobre todo si es para beneficiar a los sectores más desposeídos, sin embargo, surge la pregunta: ¿es que la gente que vive en una urbanización de clase media, donde igualmente hay escasez de productos de primera necesidad y las colas son kilométricas, cuando hay algún alimento a precio regulado, también tendrá la bolsa de comida en su casa?  Eso creemos.

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