Nosotros mismos

 

No ha habido ni hay señales éticas, ni de promoción de valores en sus acciones y ejecutorias.  De nada sirvió tener el apoyo gigantesco del 80 % de la población. En esta lucha desigual debemos resaltar nuestro espíritu de resistencia

“Haz de los obstáculos escalones para aquello que quieres alcanzar”. Charles Chaplin

Desde el comienzo del oprobioso gobierno de Chávez he venido sosteniendo que a este régimen hay que desenmascararlo. Empezando ya se le veía el bojote a pesar de mucho tongoneo con ánimo popular. Afortunadamente no pesa sobre mi conciencia haber votado por él en alguna ocasión. No me inspiraba confianza ni él ni su entorno.

Dios me dio la gran oportunidad de ser Rector de nuestra ilustre Universidad del Zulia en el período 1996-2000. Fue una gestión signada por dos hechos significativos: el tránsito de un siglo a otro con todas sus expectativas humanas cargadas de magia, temor, y escepticismo; y de manera más concreta en el país, el cambio de un gobierno a otro, no en las condiciones de continuidad histórica conocidas hasta entonces, sino con el señalamiento explícito del nuevo gobierno de una ruptura con el pasado. Fueron dos años con la gestión presidencial del Dr. Rafael Caldera y dos años con la gestión del advenedizo Tte. Coronel Hugo Chávez.

A éste, como a su sucesor, no los ha animado, ni los anima, la construcción de una sociedad socialista como las hemos conocido a nivel mundial en sus distintas variantes. No ha habido ni hay señales éticas, ni de promoción de valores en sus acciones y ejecutorias. Ni siquiera una pizca de sensibilidad social en el trato con el ciudadano común, mucho menos con sus adversarios. De nada sirvió tener el apoyo gigantesco del 80 % de la población, hoy afortunadamente revertida esa proporción, ni el torrente providencial de más de un billón de dólares para intentar edificar las bases de una sociedad distinta.

No se logró avanzar ni en el estado de bienestar de la población, ni en la creación de una conciencia social de servicio al prójimo. Todo lo contrario, el país se encuentra sumergido en una situación calamitosa, con un derrumbe moral y material impresionante. En esta lucha desigual debemos resaltar nuestro espíritu de resistencia. Ya el engaño, la mentira y la coacción no tienen eco ni siquiera en su menguada militancia. Ya nadie les cree ni les teme. En el ambiente se perciben los vapores de la ebullición social. 

Estamos cerca y prestos a iniciar la reconstrucción nacional. Nos estamos labrando nuestro propio destino como venezolanos. Lo que el hombre superior busca está en sí mismo, decía Confucio. Reencontrémonos con nosotros mismos. No hacen falta mesías ni falsos apóstoles.

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