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Al concluirse la costosa y fracasada Cumbre de los NOAL pensábamos que al día siguiente, 19 de septiembre, Maduro se presentaría en la tribuna de la Asamblea General de la ONU, evento que sí constituyó una verdadera Cumbre con más de 140 jefes de Estado y de Gobierno, para presentar la Declaración de Margarita en nombre de 120 Estados miembros. Hubiera sido una oportunidad para camuflar el fracaso, usar el sombrero NOAL para multiplicar reuniones bilaterales con los seguidores del No Alineamiento y dar inicio a sus nuevas funciones en el escenario mundial.
Pero decidió no ir y enviar en su lugar a la canciller Delcy Rodriguez. Muchos observadores creen que fue tan escuálida la presencia en nuestra isla de la fantasía, por NO AL-canzar la presencia de los grandes líderes del Tercer Mundo, que los anfitriones tuvieron que enfocar su batería propagandística para promover a tenores de la alicaída ALBA con Evo, Rafael Correa, y Raul Castro a la cabeza; silenciar la notoria ausencia de Ortega y otros aliados y resaltar las alocuciones del presidente saliente del movimiento, Hassan Rouhany, de Irán y Robert Mugabe, de Zimbabue.
Pero menos mal que Maduro no viajó a Nueva York, porque sus “diplomáticos” pudiendo aprovechar sus funciones como presidente-coordinador de 120 Estados, hubieran debido negociar un lugar de preeminencia en la lista de oradores, y elaborar un nutrido programa de entrevistas. La sorpresiva ausencia del mandatario, hizo que siguiendo las reglas de la ONU, la canciller Rodríguez hablara entre los últimos oradores el viernes a las 8.00 de la noche, cuando ya la mayoría de asistentes había dejado la sala. Pero lo más grave, es que en su programa no figuraban reuniones bilaterales como presidente NOAL, hecho que anunció Maduro. Los medios oficiales solo destacan encuentros con el canciller ruso, Sergei Lavrov (a quien le habrá informado que dio lectura de su carta en la Cumbre de Margarita) y con su homólogo Chino Want Yi, ninguno de ellos integrantes del movimiento que preside en la actualidad.
El centro del programa consistía en inaugurar en El Bronx un mural de Chávez; visitar el Brook Park para apoyar la agricultura urbana de Nueva York financiada por la empresa venezolana Citgo, reunirse con miembros de la Iglesia protestante en El Bronx y ofrecer en la Embajada (y no en la ONU) una selectiva conferencia de prensa, a la que se excluyeron profesionales de la prensa venezolana. Por su parte, los venezolanos de la diáspora expresaron su rechazo a las medidas inconstitucionales de postergación del RR. Pero Delcy estuvo en El Bronx.