Patear el pueblo

Patear tiene toda la potencia semántica de golpear– con la pata como los animales- lo que este a su alcance, en el caso humano con el pie

Si algo tiene Maduro es el cinismo aunado a la imprudencia. Culparle de que ese espíritu sea genuino es darle algún mérito a la crueldad dionisíaca de la apología del malo, pero no, su mente ha sido enajenada por la ideología nefasta del liderazgo no-laosiano, castro-comunista-estalinista, con un efecto devastador que destruyó cualquier índice de pundonor y nobleza que hubiera podido radicar en su mentalidad obtusa, aunado al espíritu holgazán y cobarde que abunda en su psiquis egocéntrica. A la prueba me remito, considerando la asignación de un rango elevado a un militar ¿sin carrera? Como comandante general del ejército bolivariano. Parafraseando, cito parte de su discurso:

“Señor general Suárez Chourio, de soldado raso a comandante general del ejército bolivariano (…) ¿sabe usted, lo que es patear: la tierra, la calle, “el pueblo”?, ¿sabe usted, lo que es caminar con sacrificio los rumbos de la lucha de la esperanza? (…) ¿quiere este estandarte que tiene 200 años de gloria como tiene nuestro ejército con el espíritu inmortal de nuestro padre?”

Patear tiene toda la potencia semántica de golpear– con la pata como los animales- lo que esté a su alcance, en el caso humano con el pie. En este caso, echarle pata a la tierra, a la calle, echarle pata al pueblo. No hay discriminación aparente, ante la premura de arrasar a cualquier oposición, ni la inclemencia del terreno, ni la oposición de la acción de calle y menos del pueblo. Un mensaje sublime que no cesa de aterrorizar directamente al pueblo descontento, que quiere a toda costa: libertad, alimentos y salud, cosa que con todo el dinero que maneja el Gobierno, no le reivindica y, contrariamente se abastece de equipos represores para acabar con las protestas legitimas de un pueblo defraudado por su gestión.

Como se puede observar, el descaro de Maduro es patético, tiene como corolario una clara intención que aflora de su subconsciente, por la soberbia y la crueldad, con que quiere imponer su voluntad de poder nietzscheano. Si Suárez Chourio, tuviera un poco de dignidad y un verdadero espíritu bolivariano no aceptaría tal tarea, pero es vil, ignora de política y, ¡no debe saber que según B. Juárez, es maldito el líder que con su discurso ama al pueblo y con los hechos lo maltrata y según Bolívar, es maldito el soldado que vuelva las armas de la República contra su pueblo.

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