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Pocos dudan que el Gobierno actual ha fracasado, y por ello hay un gran consenso tácito sobre la necesidad de cambiarlo. Hay quienes llegaron a creer que desde lo interno de este se podía generar un cambio de visión, la cual estaría marcada por un poco más de racionalidad económica y menos por la pasión ideológica. Al final dentro de quienes gobiernan en este momento pareciera que está prevaleciendo la intención de mantenerse en el poder a toda costa, sin importar realmente la “mayor suma de posibilidad posible”.
Más allá del consenso de la necesidad de un cambio de Gobierno, el país se ha sumido en una especie de limbo político, en el que el vacío de liderazgo no ha sido llenado. Al indagar sobre las alternativas al Gobierno actual se asoman los “ese es un corrupto”, “esa no me gusta”, “los partidos tradicionales no pueden volver”, entre otros argumentos, por lo demás válidos. Ahora bien, ante la grave situación social y económica que atraviesa el país, ¿son racionales estos argumentos? La respuesta es Sí, ya la razón es que el país ha sido fracturado socialmente.
Un sector importante de la población se identifica con la llamada oposición, la cual se puede decir basa sus preferencias en una lógica más de clase media. Pero hay también un sector importante de la población cuyos esquemas son más cercanos a algo que se ha dado por llamar “pueblo”, y que en general representa a las clases menos favorecidas. Mientras los primeros quieren eficiencia y producción, los segundos quieren también solidaridad e igualdad de oportunidades. El gran truco del Gobierno es que ha logrado secuestrar el discurso social, haciendo creer a muchos que quienes representan a la oposición carecen de cualquier tipo de interés por las reivindicaciones sociales.
Frente a un escenario de una inevitable rectificación económica el Gobierno actual está imposibilitado ideológicamente para liderarla, y es por ello que su cambio es necesario. Para cada momento histórico hay actores más acordes que otros, Bolívar fue eficaz como hombre de guerra para liberar varios países pero incapaz como político de consolidar sistemas democráticos. Hoy en Venezuela el rescate de la economía es el punto uno de cualquier acuerdo de concertación, y quienes hoy dirigen el Gobierno no pueden aproximarse a las soluciones desde una lógica distinta a la de la ideología que profesan.