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Analizando con detenimiento los desastrosos resultados en todas las áreas de la vida de la nación, en estos 16 años de la mal llamada revolución bolivariana, llegamos a la conclusión que se ha tratado de un muy bien elaborado proyecto de destrucción de Venezuela.
Y no es exageración formular esta afirmación porque los hechos están a la vista. Bajo la égida del comandante intergaláctico, un militarote con serios problemas existenciales, golpista y sediento de poder, comenzó esta especie de zarabanda.
Su ambición de mando lo llevó a pervertir las instituciones soportes de la democracia que tanto sacrificio le costó al pueblo venezolano, aun pasando por encima de la Constitución que el mismo Chávez promovió con una Asamblea Constituyente.
Desde la Asamblea Nacional, pasando por el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía General de la República, la Contraloría y Defensoría del Pueblo, todas fueron colocadas al servicio del proyecto personalista y abusivo de Hugo Chávez.
Al frente de los cargos más elevados fueron colocados no los más aptos y meritorios ciudadanos, sino los más sumisos, los más obsecuentes y dispuestos a arrodillarse ante el supremo poder del Jefe de la revolución para complacer cualquier locura que se le ocurriera.
La libertad de expresión fue una de las primeras víctimas con la aprobación de la Ley de Responsabilidad Social (Resortes) y la subsiguiente confiscación de Radio Caracas Televisión, bajo la burda excusa que se le había vencido la concesión.
Luego vino el ataque a la empresa privada, con controles irreflexivos, expropiaciones ilegales y violatorias del ordenamiento judicial y del Artículo 115 de la Constitución, con los resultados que hoy vemos plasmados en el desabastecimiento general de alimentos y otros bienes y servicios, inflación y demás distorsiones de la economía que terminaron arruinando prácticamente, el país.
Fueron abandonados los proyectos de ejecución de obras de infraestructura cuyo ejemplo más fehaciente lo constituye el colapso del servicio eléctrico que era uno de los más eficientes de entre los países del mundo civilizado. Del resto de los servicios públicos, ya se sabe el estado deplorable que presentan. La nación venezolana vive hoy día la más grave crisis de su historia republicana, llevada a la exacerbación en estos dos últimos años de gobierno de Nicolás Maduro, quien si algo ha demostrado, es una total incapacidad para conducir los destinos de la patria. Y no podía esperarse nada distinto.