Reflexión donde no alcanza la compresión

Las personas se conocen cuando estando en puestos de poder, por muy minúsculos que sean estos cargos u oficios, hacen aflorar la esencia de quien los ostentan

Dale poder a un hombre y conocerás su verdadero carácter y su verdadero corazón. Esta frase nos trae en cuenta sobre lo que nos advirtió José de San Martín cuando expresaba que “la soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder”.

Popularmente la expresión viene así: “dale poder a Juan y conocerás a Juan”. Dicho de otro modo, las personas se conocen cuando estando en puestos de poder, por muy minúsculos que sean estos cargos u oficios, hacen aflorar la esencia de quien los ostentan. Su bondad o su maldad. 

En el desempeño de estos “puestos” incluso un portero que experimenta la embriaguez de ser quien “administra” la entrada de la gente en una oficina pública o privada puede verse dominado por su propia  jactancia y prepotencia en caso de que esta variedad de discapacidad permaneciera dormida en el diseño de su personalidad. Percatarse entonces como sería la soberbia en un funcionario o un gerente de lo público o lo privado.

Así experimentan algunas personas el efecto “enloquecedor” cuando asumen actividades en las que por su propia naturaleza  ostentan de golpe y hasta por azar minúsculas cuotas de poder, que cuando no saben  dosificar para hacerse autoinmunes a lo circunstancial, entonces psicológicamente se les suben los humos.  

Hasta los menos, se sienten lo mas, cuando por razones circunstanciales degustan un “instante” de poder. ¿Qué podríamos decir de aquellos cuyos cargos o puestos les reclaman mayores responsabilidades? Solo les recomendaríamos a todos, a los primeros y a los segundos. ¡Humildad pues!, humildad que la vida da muchas vueltas. Nunca humilles a nadie que aquí todos somos iguales, ahorita estás arriba mañana quien sabe. 

Es preferible que el puesto necesite de ti y no que tu necesites del puesto para sentirte grande a costa de ser ruin con las demás personas que por esas vicisitudes de la vida no les queda de otra que toparse contigo.  Deja una bella estela y no dejes cicatrices, ni enemigos en el camino. 

 “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”. Simone de Beauvoir, escritora, profesora y filósofa francesa (1908-1986) 

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