jueves, noviembre 21, 2024
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Ser mujer no es sinónimo de debilidad

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Decía la recordada Teresa de Calcuta: “Mujeres, tengan presente que la piel se arruga,  que el pelo se vuelve blanco, que los días se convierten en años pero  la fuerza y la convicción que vive en cada mujer no tiene edad…..Que la virtud que anida en cada mujer es el plumero de cualquier telaraña. Que detrás de cada uno de sus logros, hay otro desafío, y que mientras estén vivas no pueden permitir que se oxide el acero de su cuerpo y  la solidez de su voluntad”.

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Este domingo 8 de marzo, cuando celebramos el Día Internacional de la Mujer, es preciso recordar que aún falta mucho camino por recorrer para alcanzar justicia y equidad de género. La humanidad se debate entre avances y retrocesos y millones de mujeres hoy sufren por el flagelo vergonzoso de  la violencia y la discriminación.

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De acuerdo a las Naciones Unidas, en un informe publicado en el 2018, América Latina es la segunda región más letal para las mujeres después de África, por lo que una mujer es asesinada cada dos horas por el simple hecho de ser mujer.

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Estos datos son alarmantes y obligan a la sociedad a tomar acciones contundentes para frenar esta dura realidad que no ha disminuido, por el contrario parece aumentar.

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Hay que reconocer que desde las luchas por el derecho al voto, hasta la posibilidad de estudiar y trabajar sin discriminación, son parte de un largo inventario conquistado  por el temple femenino.       

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A finales del siglo XIX, la mujer tomó conciencia de su marginación y con valor emprendió una de las más espectaculares avanzadas sociales de la humanidad. Asume con solvencia su trabajo, sea en la oficina, en el almacén o en la empresa, simultáneamente con el esfuerzo más arduo: darle vida al hogar.

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Simone De Beauvoir, icono del feminismo, decía que no era  suficiente con cambiar la Constitución y todo el contexto social para que hombres y  mujeres fueran tratados con paridad. La mujer tenía que estar dispuesta a dar ese gran cambio.

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Ese cambio se ha visto. El valor que tiene la mujer en la sociedad venezolana ha adquirido preponderancia en los últimos años en Venezuela y Latinoamérica.

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En el mundo, este vuelco se empezó a notar con la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés) en 1979, producto de la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

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Luego, en 1994 se celebra la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, en Belem do Pará. Instrumentos suscritos por nuestro país.

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Con la apertura del proceso constituyente de 1999, en Venezuela se abrió y consolidó el camino al pensamiento político feminista en la construcción de un proyecto político democrático y verdaderamente inclusivo de todos los ciudadanos.

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Luego, fueron apareciendo grandes instrumentos jurídicos como la Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer.

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Mi posición como rectora encargada de la Universidad del Zulia en estos momentos es firme y contundente, hemos transformado de cierta forma nuestra cultura e impregnado la historia con la sutileza que nos caracteriza. Poco a poco se seguirá reivindicando el talento y los derechos de las mujeres. Reciban mis felicitaciones y la invitación clara a que no dejen de luchar y seguir adelante. ¡Venezuela tiene alma de mujer!

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