viernes, diciembre 13, 2024
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Sociedad cerrada

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La República Bolivariana de Venezuela desde hace un buen tiempo dejó de ser una democracia para convertirse en un sistema autoritario de libertades restringidas. Con elecciones futuras este régimen no permitirá compartir el poder, y mucho menos la alternabilidad

Hay un libro de Karl R. Popper (1902-1994): “La Sociedad abierta y sus enemigos” (1945) que explica muy bien la actual deriva de la sociedad venezolana. Una vez más, atónita, por los “resultados electorales” en la más reciente elección de Alcaldes a nivel nacional y por la Gobernación del estado Zulia. 

El régimen terminó por banalizar las elecciones. Y al igual que en la República Democrática Alemana, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y Cuba se hacen elecciones amañadas. La República Bolivariana de Venezuela desde hace un buen tiempo dejó de ser una democracia para convertirse en un sistema autoritario de libertades restringidas.

Cuando el PSUV aún tenía apoyo popular ganaban con facilidad unas elecciones de corte populista, porque la clientela de votantes estaba satisfecha con las prebendas recibidas. Luego que el botín mermó y se perdió la AN el 6D del 2015, el régimen suspendió todas las elecciones a lo bravo. Luego tuvo que enfrentar por más de cuatro meses una protesta civil de calle que casi le derrumba. Aunque faltó el punto de quiebre final. 

El régimen se cerró. Ya no le interesa aparentar la vigencia de una: “República para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin discriminación ni subordinación alguna”. La Constitución vigente es letra muerta. 

Con elecciones futuras este régimen no permitirá compartir el poder, y mucho menos la alternabilidad. Hay un solo propósito: la permanencia ad infinitum. Y para ello se garantizan el uso proporcional e indiscriminado, según sean las situaciones, del monopolio de la violencia. ¿Qué hacer? Sólo nos salvará lo inesperado, o la huida del país para quienes puedan hacerlo. Los que nos quedamos nos toca resistir sin perder los ánimos. Y procurar desarrollar estrategias de sobrevivencia y confiar que la pericia del régimen para destruir los ámbitos de la Sociedad abierta de la que provenimos sea ineficaz para mantener en el tiempo un reinado desde las ruinas y la brutalidad.

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