Niño
El sacrificio más grande que un ser humano puede hacer por otro, lo hace una madre por su hijo. Sin embargo, Gioconda Mayor, de 37 años, hace “hasta lo imposible” por su pequeño; aunque confiesa “con mucho dolor”, que es muy duro. Anthony Díaz tiene 10 años, padece de retardo mental y autismo. La situación económica del país hace que esta madre se enfrente a diario con el dilema de comer o comprar medicinas.
“Uno se desespera, estoy sola porque su papá se fue cuando supo que él tenía problemas, solo somos él y yo”, contó a La Verdad, mientras escondía las ganas de llorar de su inseparable compañero de vida, quien con la mirada perdida intentaba incluirse en la conversación. “Su padre lo despreciaba, nunca lo quiso, incluso se puso agresivo porque yo atendía al niño más que a él, así que me vine a vivir con mis padres”.
El peso económico de sostener la salud y la alimentación de Anthony, muchas veces la rebasa. Trabaja todo el día en un abasto, en el barrio Rafael Urdaneta vía a La Concepción, propiedad de su cuñado. Le pagan cinco mil bolívares semanal, y aunque confiesa que su hermana la ayuda, esa cantidad no le alcanza para nada.
En la vida de ambos todo se resume en decidir. Comida, medicinas o estudio, ese es el padecimiento diario de la madre. Debido a la condición del niño, lo lleva a una escuela especial en el municipio Jesús Enrique Lossada. A diario gasta dos mil 400 bolívares en pasajes, por eso solo va dos veces a la semana o “cuando puede” porque lo que gana su madre no da para cubrir los gastos. “Yo le dije a la maestra: si tuviera para los pasajes, él fuera todos los días al colegio porque yo quiero que mi hijo estudie, pero no puedo”.
La alimentación también es precaria, “lo importante es que él no pase trabajo”, pero muchas veces tiene que reducir las tres comidas a dos o una.
Salud en peligro
Una condición como la del pequeño Anthony, hace indispensable un tratamiento para seguir con vida. Su madre vive arrimada en un cuarto, en la casa de sus padres, quienes también están enfermos. Una cama forrada con un pedazo de goma espuma es donde Anthony pasa la mayor parte del día jugando. Un abanico a medio andar intenta refrescar la pieza, pero es inútil, el calor es insoportable. La semana pasada cumplió dos meses sin tomar el medicamento porque “no se consigue”. La madre aseguró que en el mercado Las Pulgas, un blíster del medicamento cuesta 15 mil bolívares. “No me atrevo a comprar nada allá, me da miedo que mi hijo se ponga peor”.
Movimientos “extraños” en el cuerpo del pequeño alertaron a Mayor de que algo andaba mal con su hijo durante los primeros meses de vida. Aunque su pediatra le aseguró que todo estaba bien, lo llevó a un neurólogo y este lo diagnosticó. Debe tomar de por vida el tratamiento que logra tranquilizarlo cuando se sale de control, el frasco no le dura una semana y cuesta ocho mil bolívares. “Cuando se pone así agarra cuchillos, mete alambres en los enchufes, se sale de la casa y llora mucho porque se desespera, yo le tengo paciencia porque yo sé que no está en él”.
El niño convulsionó 17 veces en un día, por eso requiere su medicamento con urgencia
Rechazo
El jovencito fue víctima de rechazo y bullying en su primer colegio. “Las maestras me lo devolvían orinado o por cualquier cosa, me decían: sácalo de aquí porque él es especial”. Actualmente la institución donde cursa el segundo grado de primaria “lo ha ayudado mucho, habla más claro y aprende mucho”.
Ayuda
Anthony Díaz requiere ridal o riperid de 1 mg en gotas o cápsulas. Si usted desea colaborar con él puede llamar al 04169620949 o 02617994334