El
El Gobierno y su propuesta se agotaron, y habiendo ocurrido esto es poco probable que pueda haber un renacimiento desde las cenizas del proyecto fallido. Sobre lo que sí hay incertidumbre es sobre la forma que tomará el cambio, además del tiempo que éste tarde en darse. En cuanto a la forma que asuma, si bien hay muchos escenarios, en general se puede pensar en dos grandes alternativas, la primera pasa por una situación en la que quienes están en el Alto Gobierno son forzados a salir, y la segunda, que ha sonado durante los últimos días, en la que dichos funcionarios negocian su salida.
A pesar que a la vista de la mayoría el cambio debería darse lo antes posible, percepción que para muchos adquiere dimensiones de desesperación al vivir en una sociedad caótica, lo cierto es que éste no tendrá lugar hasta que haya un reacomodo de fuerzas. Esto es con bastante certeza lo que está ocurriendo en este momento, en el que desde la Asamblea Nacional la MUD mide su fuerza para promover un cambio desde el ámbito institucional, mientras el Gobierno hace uso de su control en los demás Poderes para frenar esta avanzada. Adicional a esto hay otro actor que se encuentra expectante, y seguramente también inmerso en negociaciones, como es el sector militar. Finalmente está la población en general, el actor más importante, pero que sin embargo se encuentra sumido en la inercia de la desesperanza.
Este último actor debido a su naturaleza, masivo y desarticulado, no es parte de la negociación directamente. Es por esta razón que los tiempos de los tres primeros actores difieren de los tiempos de la población en general, y mientras los unos están dispuestos a seguir en su juego de ajedrez tratando de equilibrar las fuerzas a su favor, los últimos continúan en un limbo social en el que la vida cada día se va pareciendo mas a la de un campo de concentración, en el que la sobrevivencia lo es todo.
La situación anterior trae consigo un par de peligros latentes. El primero de ellos es que ese pueblo desesperanzado llegue a un punto en el que tenga menos que perder recurriendo a salir a las calles que manteniéndose en la inercia, lo que sin duda desencadenaría en una conflictividad social peligrosa. El segundo peligro, que en parte se deriva del primero, es que aparezca un “outsider”, un actor que actualmente no esté en escena y de a todos los demás en segundo plano. Este último escenario es sumamente peligroso pues se trata literalmente de un salto al vacío.
El escenario ideal es una transición con acuerdo, como muchos han señalado de una “gran acuerdo nacional”. Experiencias de estas ha habido en América Latina. Sin embargo, hasta ahora esto es un discurso vacío en tanto que realmente no hay puntos de posible acuerdo entre los actores con mayor fuerza, y si los hay todavía no les conviene encontrarlos.