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Con más balas que votos, Nicolás Maduro siguió los pasos de Crespo y Pérez Jiménez, consumando cínicamente un fraude constitucional y electoral en vivo y directo. Maduro cumplió su palabra. Había expresado que lo que no pudiera lograr con los votos lo alcanzaría con las armas. Con el voto de los venezolanos no contaba para una constituyente que atentara contra la República democrática.
Por ello apeló al fraude constitucional que le avaló un poder constituido sumiso, al violar el artículo 347 de la Constitución. Con las armas de una Fuerza Armada que nos avergüenza siempre contó, para violar los derechos humanos y políticos de todos, asesinar a mansalva a jóvenes que solo aspiran libertad y para materializar un fraude electoral grotesco, que la mayoría de los venezolanos rechaza. Pero los fraudes electorales en nuestra historia han castigado muy pronto a sus propiciadores.
El régimen con este fraude constitucional y electoral simplemente acelerará su caída. Además paulatinamente Venezuela quedará aislada en el mundo, como ya lo estamos viendo. Lo acontecido el 30J, será un nuevo reto para los venezolanos. Nos esperan días de "sangre, sudor y lágrimas". El régimen debe tener claro que si quiere paz, antes debe respetar la justicia.
Maduro debe tener claro el riesgo que corre con su fraude: Crespo no pasó de la Mata Carmelera y Pérez Jiménez, tuvo que conformarse con su "vaca sagrada" muy pocos días después de su fraude plebiscitario. Los días que se nos avecinan serán de mayor crisis política y de inaguantable situación económico-social. Este mamotreto de la constituyente no resolverá ninguno de nuestros urgentes problemas. Y si se utiliza para retaliaciones contra los adversarios, convertirá al país en un verdadero infierno.
Y finalmente, si se pretende con una nueva Constitución convertirnos en una monocracia socialista, después de ser una República democrática por más de dos siglos, pondríamos en peligro la integración territorial, pues habría dejado de ser el pacto federal que hoy nos une como Estado. Ojalá pues, que los venezolanos tengamos bien claro que estamos ante un gran desafío: "el desafío de la lucidez". Como expresó Saramago: "Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada para contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos". Y los venezolanos, no podemos sufrir las consecuencias de un fraude electoral tan grotesco como el del 30 de julio de 2017.