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En su improvisada habitación, en el área de Pediatría del Hospital Universitario, entran y salen médicos, enfermeros, compañeros y familiares. Todos buscan confortar y animar a Katherine Sandrea (28), médica residente, herida de bala mientras atendía, el pasado jueves, a un paciente en triaje. Ya está fuera de peligro y sus allegados consideran su rápida recuperación como un milagro.
De aquel momento, los pacientes, acompañantes y médicos recuerdan las 60 detonaciones, un breve silencio y a la voz suave de un paciente que insistentemente gritó: “Hirieron a la doctora, hirieron a la doctora”.
Sandrea no fue la única víctima, a unos metros yacían los cadáveres de Adolfo de Jesús Martínez Chacín (38), quien visitaba a un sobrinito; y su acompañante, Rafael Paz Gutiérrez (30). Las balas alcanzaron, además, a las visitantes Yaneth Coromoto Peña Urdaneta (30) y Norma Cubillán (69), ambas presentaron heridas en sus piernas izquierda. Los proyectiles destruyeron ventanas y puertas y sus vidrios cayeron sobre José Bracho (40), oficial de seguridad; y una niña, de cuatro años, hija de Yaneth.
Gibely Rubio, compañera de la residente, explicó a Noticiaaldía que su colega revisaba a un paciente en una camilla. Hubo unos golpes en la puerta de metal del consultorio, las balas la traspasaron y la hirieron.
“En ese momento, mi amiga intentó sostenerse en la camilla. Ella nunca perdió el conocimiento, siempre estuvo lúcida de lo que estaba pasando”.
Los pediatras corrieron al consultorio, acostaron a Sandrea en la camilla y al examinarla le diagnosticaron tres heridas por arma de fuego: Una en el brazo izquierdo con un solo orificio de entrada, la segunda en la pierna izquierda, donde el proyectil entró y salió de su miembro, sin causar mayores problemas y la tercera herida fue la que preocupó a todo el personal médico del edificio, esta bala había impactado en su estómago.
“Al ver que tenía una herida en el estómago la subimos rápidamente al quirófano, había que intervenirla de emergencia pues no sabíamos si había o no una hemorragia interna o si la bala había perforado alguno de sus órganos”, recordaron los médicos.
Mala noticia
A través de una llamada, el novio de Katherine avisó a sus padres, quienes residen en Cabimas.
“Fue un balde de agua fría recibir esa noticia, recogimos nuestras cosas, dos peroles y arrancamos para Maracaibo a constatar el estado de salud de nuestra hija. En el camino veníamos rezando mucho por su salud y para que saliera bien de todo”, dijo Nervis Acosta, mamá.
Para cuando llegaron los padres, la residencia estaba en quirófano. La sacaron con un pronóstico alentador, ninguna bala perforó sus órganos ni provocó fractura. Permaneció unas horas en la Unidad de Cuidados Intensivos y de allí regresó al área de Pediatría, ahora como paciente de sus compañeros.