La pérdida de perspectiva de la mayoría del liderazgo opositor en el país debe ser superada por la conciencia y claridad del pueblo y del Gobierno. La racionalidad, el debate, la solución interna de los problemas de nuestras naciones
Esta semana que pasó fue muy activa en el plano político internacional. El tema de Venezuela ocupó un espacio privilegiado en los medios nacionales y extranjeros. La participación de jefes de Estado en la Asamblea General es una oportunidad para las relaciones, las conferencias de más alto nivel y para dar un mensaje que va mucho más allá de quienes están en la sala de la plenaria.
El presidente Nicolás Maduro tomó la determinación de ir personalmente a ejercer su derecho y cumplir su obligación de defender los intereses nacionales. Los viejos maestros de la guerra señalaban tres formas de incidir en el curso de una batalla: El uso de las reservas, el uso de las armas de largo alcance y la más importante, su propia presencia en el campo de batalla.
Visto así, la intervención del jefe de Estado venezolano, para expresarse y relacionarse ante la comunidad internacional, incluso para plantear abiertamente la disposición para el diálogo respetuoso y directo al presidente de los EEUU, tiene pleno sentido y vigencia.
La pérdida de perspectiva de la mayoría del liderazgo opositor en el país, debe ser superada por la conciencia y claridad del pueblo y del Gobierno. La racionalidad, el debate, la solución interna de los problemas de nuestras naciones. La visión de independencia y soberanía, de autodeterminación, de fraternidad latinoamericana, enseñanzas del padre de la patria que no niega la relación en términos de igualdad y respeto con las naciones, incluido el Gobierno de los EEUU de América.
Buena estrategia sin duda, la asistencia del presidente Maduro en Nueva York y buena la propuesta de resolver diferencias con el presidente de EEUU con respeto, con agenda abierta dentro de las normas de convivencia indispensables, inclusive entre quienes tienen visiones antagónicas.