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Cuando usted lea estas líneas, Venezuela estará en el curso de un paro cívico nacional activo de 48 horas, a través del cual los demócratas de este país, estaremos mostrando a quienes ostentan el poder y al mundo entero, nuestra actitud de rebeldía en contra de la instauración de una dictadura castrocomunista frente a la cual nuestra única opción es la calle. Estamos ejerciendo nuestro derecho a una protesta contundente que sirva de presión para que logremos una solución pacífica, constitucional, electoral a la profunda crisis económica, política, social, cultural, ética e institucional que vive nuestra patria. Parece mentira que estemos viviendo este momento, pero las circunstancias nos obligan a actuar en defensa de los valores de democracia y libertad que están siendo vulnerados por unos irresponsables, abusadores del poder, que quisieran hacer lo que les dé la gana pero no podrán.
Después de la impresionante jornada electoral del 16 de julio, que constituyó un acto de desobediencia civil masivo y aleccionador, tenemos claro que lo que dicen las encuestas es cierto: Hay una mayoría determinante de venezolanos que quiere vivir en paz y que entiende que la paz es el respeto a la Constitución y a las leyes, que la paz sólo se logra si se reconoce y respeta al otro, más si éste es mayoría demostrada fehacientemente en los últimos comicios realizados en diciembre de 2015.
Los días que corren son días decisivos. Pase lo que pase este domingo 30 de julio, Venezuela no se muda y la mayoría de los venezolanos seguiremos luchando por afianzar los valores democráticos y libertarios por los que tanto hemos luchado durante toda nuestra historia republicana. Si esta dictadura entiende que lleva a Venezuela por un despeñadero y responde a la presión nacional e internacional que exige que acabe de una vez con esa locura constituyente, tendremos todavía que resolver el asunto que nos llevó a las calles que no es otro que la presencia de Maduro en el ejercicio del poder para desgracia de todos los venezolanos. Tengamos claro que, si se hubiera cumplido la Constitución, Nicolás ya habría sido revocado y tendríamos desde hace varios meses, a un presidente actuando en la búsqueda de la solución de los problemas más importantes del país.
Si esta dictadura se mantiene obcecada, dirigida por radicales que juegan a un todo o nada, empeñada en hacer esta constituyente que sólo profundizará la crisis del país, tendremos entonces un panorama desolador, que profundizará una lucha fratricida, primero para impedir que se produzca esa elección inconstitucional y segundo, pase lo que pase ese día, para buscar restablecer el estado de derecho y el respeto a nuestros valores fundamentales.
Independientemente de lo que suceda en estos días decisivos, nuestra lucha fundamental seguirá ubicada en las calles venezolanas, de las cuales no podemos salir hasta triunfar, en el Parlamento nacional que seguirá ejerciendo sus funciones y en el contexto internacional que sirve de presión adicional para la total solución de nuestros problemas de democracia y gobernabilidad.
Venezuela tiene derecho a salir de esta pesadilla provocada por Nicolás Maduro, uno de los más repudiados “presidentes” de toda nuestra historia. Ningún gobernante, por muy dictador que se crea, tiene derecho a someter a un país a estos niveles de barbarie y primitivismo. Cuando un país pasa por este escenario tan desolador, deben surgir de sus entrañas las fuerzas motrices que den la pelea, en la calle y a todos los niveles, para reiniciar el camino y lograr su recuperación. Tengo la convicción de que saldremos adelante. Veo todos los días a un pueblo luchando por ideales colectivos, haciendo grandes sacrificios por el bien común. Venezuela tiene a una gran mayoría de ciudadanos dispuestos a luchar por el cambio necesario y a involucrarse en la gestión pública para encaminar el país. Venezuela tiene con qué.