Desde
Recientemente un venezolano que, como otros tantos, vive fuera de su país, me hacía esta pregunta, ¿cuándo colapsa económicamente Venezuela? La respuesta me pareció obvia y por ello el argumento fue directo: ya colapsó. La escasez de alimentos y medicinas, una inflación superior al 150 %, niveles de empleo precario de más del 50 %, un aparato productivo en franca destrucción, son todos síntomas de una economía que ya naufragó. Claro, desde el punto de vista técnico, y por ello en ocasiones las miradas internacionales se pierden en sus tecnicismos, la economía colapsa cuando ya no puede pagar sus deudas, lo que en el caso venezolano es otro fantasma que continúa acechando.
Lo cierto es que increíblemente aún no retumba en todo el continente que el modelo que intentó aplicar una revolución anacrónica, disfrazado de socialismo del siglo XXI, simplemente fracasó. Desde el punto de vista económico Venezuela ya colapsó. Con ello ha seguido el derrumbe social, abriéndose grietas en todos los ámbitos, que van desde lo que debería ser algo normal como el suministro eléctrico, el acceso a alimentos y medicamentos, e inclusive algo tan básico como la disponibilidad de agua potable y unas condiciones de salud pública decentes, hasta llegar a aspectos más complejos como la seguridad ciudadana, la calidad educativa, y el fortalecimiento democrático y la convivencia ciudadana. Pero el Gobierno se equivocó, nunca ubicó a la economía en el lugar que debe estar, lejos de la retórica ideológica, tal como de alguna manera han hecho algunos de sus vecinos.
¿Cómo sale un país del colapso? Hay respuestas técnicas y respuestas políticas. Las primeras son simples de enunciar, aunque difíciles de implementar. Es por esto segundo donde las respuestas políticas son claves, y sin duda la más idónea es la de un gran acuerdo nacional entre todos los sectores. Pero para lograr esto un número importante de personas que hoy comulgan con el Gobierno tendrán que dar un paso al frente y romper filas, no para ser parte de la MUD, pero sí para representar a un sector de la población que hoy se siente defraudado por un proyecto que agudizó los problemas que ya traía la IV República. Mientras estos sectores continúen agazapados entre las filas del Gobierno tratando de sobrevivir están siendo cómplices del incendio de Venezuela, como fueron cómplices los que siguieron las órdenes de Nerón en el “gran incendio de Roma”.